POCO a poco fue despertando y activando a la parroquia en un edificio modernista y algo frío que, al abrigo de la nueva macrourbanización, establecida hace unos veinticinco años en toda la zona de costa de Santa María del Mar, configuraba una proyección moderna para el futuro desarrollo del litoral de la capital actual de Canarias, Santa Cruz de Tenerife.

Aquello se fue llenando de gente y de barrios, y, como las hormiguitas, el cura de Añaza, Pepe, con su notable capacidad para hacer equipo, aportó al edificio todo el calor que él mismo proyecta. Se convirtió en un faro que alumbra la urbanización. Se fue implicando y generando el espíritu de comunidad solidaria que tanto hace falta para, con la iglesia o sin la iglesia, entre todos, afrontar el sufrimiento real de carne y hueso que acogota a muchos de nuestros conciudadanos, en paro o con los sueldos más bajos del Estado.

Yo nunca había visto una misa en estéreo -Pepe, acompañado de músicas celestiales, se mueve a lo largo del recinto durante la celebración- ni a un sacerdote patinando sobre ruedas a velocidad supersónica, como una bala humana, a media tarde, por la avenida de Anaga. Bip, bip... No para de organizar actos en una de las acumulaciones vecinales más deprimidas del Archipiélago, el penúltimo evento apadrinando familias. Clases, actividades juveniles e infantiles, manualidades, guitarra, internet, costura... No le importa quién acude a él; intenta siempre ayudar sin mirar a quien.

Fíjense si será contagioso su esfuerzo que alguien ha escrito algo parecido a esto en internet: "Ya quisiera este cura para mi barrio. Tiene ocupada toda la semana en actividades a los parroquianos. Les anima día a día a soportar las cargas familiares; no se olvida de los niños, de los jóvenes, de los enfermos, de los presos y sus familias, de las madres y padres que sufren, de las personas con problemas de drogas. Que lo sepa el pueblo, que los empresarios y los poderes públicos le ayuden, porque se trata de un simple cura dispuesto a enfrentarse con la fuerza y esperanza que le proporciona su fe a la fatalidad de los tiempos". Quien cuelga en la red este texto lo finaliza así: "Esto es un cura y lo demás son tonterías, de verdad. Como fray Leopoldo ya es santo, lo llamaré fray Pepe, y que sigan los demás su ejemplo de trabajo".

Pues bien, es sabido, está constatado y yo lo confirmo, que es cierto y que el cura de Añaza -al igual que seguramente otros muchos de las Islas- es un verdadero aglutinador de un factor que, llegados al punto donde nos encontramos, necesitamos como el comer: la solidaridad bien entendida.

Claro, pero antes habría que exigir el trabajo que, por nuestra situación, número y estructura social, nos corresponde. Lo que en justicia derivaría de un intercambio compensado con el exterior. Campos, horizontes o caminos por los que poder avanzar con el sudor de nuestra frente.

El sector turístico, que nutre casi en exclusiva la economía de las Islas, aparte de encontrarse vampirizado, es limitado e insuficiente. El sector primario ha sido barrido, con culpabilidad, del mapa y el sector industrial existe en porcentajes de PIB tan ridículos que ni los de la mayoría de países africanos son menores. En lo que respecta a la distribución y al comercio, casi el completo, de lo que no es marginal en las grandes cifras, se encuentra en manos de las multinacionales, con pirámides enraizadas en la Península o en el Viejo Continente.

Habría que procurar un futuro a nuestros hijos para que no tengan que ser estos héroes del siglo XXI, como el cura de Añaza, los que se tengan que dejar la piel para sacarlos del pozo.

Encontrarles alternativas económicas válidas e inmediatas y, lo siento, no solo para Las Palmas. Tenemos importantes multinacionales mineras operando alrededor, en distintos Estados del África Occidental, con unos volúmenes de negocio de 50.000 millones de dólares. Es uno de los tráficos que desearía captar Canarias, en el papel de base estratégica posibilitada para la intermediación, incluso financiera. Podemos y tenemos lo que se demanda. Servicios de todo tipo con calidad contrastada muy cerca de los puntos donde son requeridos (Mauritania, como muestra, se encuentra a tres cuartos de hora de avión); o servicios portuarios de valor logístico.

Pepe nos muestra el camino.