CON MOTIVO de que el próximo lunes, 16 de julio, es la festividad de Nuestra Señora del Carmen, patrona de las gentes del mar, resumo el contenido de la amable charla, a bordo del correíllo "La Palma", con el capitán don Juan Cañas Gago, jubilado, pero que, de manera voluntaria, es responsable del mantenimiento y, en cierto modo, dirige los trabajos de reconstrucción de este barco.

El capitán Cañas Gago nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), debido a la profesión de su padre. Vino muy joven para Santa Cruz de Tenerife, donde realizó sus estudios de Bachillerato en el instituto (hoy Colegio Alemán) y, posteriormente, tambien estudió la carrera en la Escuela Náutica de nuestra capital. Está casado y es padre de dos hijas, ambas también casadas.

"En mi vocación marinera, tal vez haya influido que mi abuelo y bisabuelo, por parte de mi padre, eran marinos mercantes; aunque desde muy pequeño recuerdo que mis intereses eran por los barcos y por la mar.

"Como alumno en prácticas, comencé a navegar en el Ceuta, de la CEPSA; después en barcos de pasaje, como Santa María de la Nieves, Viera y Clavijo -gemelo de este barco- y Plus Ultra. Después, como profesional, he navegado en barcos alemanes por todos los mares del norte de Europa, tocando puerto en Francia, Holanda y Alemania; he bordeado varias veces el continente africano y, sobre todo, los mares del sur de Europa y de toda Asia, con carga general y contenedores, aunque al Vietnam llevábamos material de guerra. Se da la casualidad de que nunca navegué ni estuve en América. Posteriormente, navegué en barcos de la naviera Pinillos (absorbida por Boluda) por todo el Mediterráneo y rutas de la Península a Canarias. Estuve un tiempo en tierra como jefe de personal de esta compañía, pero después, antes de jubilarme unos años, volvía a la mar.

"¿Mi vida matrimonial y la educación de nuestras hijas? Ya se sabe, la de un marino: los primeros años de casados mi mujer embarcaba conmigo; después, cuando empezó el primer embarazo, lo normal, ella se quedó en tierra, a cargo de la casa, de la crianza y educación de las niñas; siempre que podía me comunicaba con ella. Al principio las vacaciones eran de treinta días al año en tierra; después, por cada tres meses de navegación teníamos cuarenta y cinco de descanso. Tal vez esto aporte un mayor encanto al matrimonio. Aunque lo cierto es que mi mujer me ha sabido suplir con creces durante mi tiempo en el mar. De esto ya se hablaba de novios; el problema actual es que ya no sé si existe noviazgo. Lo del marino (una novia en cada puerto) es en el cine.

"Qué duda cabe que desde mis comienzos ha evolucionado mucho el sistema de navegación con el GPS, de comunicación, mediante satélite y hasta la carga, con programas informáticos que la determinan con toda exactitud, entre otros. Claro que esto ha reducido el número de la oficialidad de puente y de máquinas. La incorporación de la mujer a la oficialidad de la marina mercante, según mi experiencia, ha sido un gran acierto. Ellas tienen la capacidad de captar o atender tres o cuatro cosas a la vez, son más ordenadas en el mantenimiento del barco y han aportado una mayor humanidad o sensibilidad a la vida a bordo. A pesar de todo esto, el mar sigue igual: días de bonanza, días de mar gruesa o de tempestad -como siempre, o lo inesperado-. La mar es así: ¡apasionante! Esto es lo que les diría a los alumnos de náutica: en un barco el trabajo es sacrificado, hay que ser responsable y saber trabajar en equipo, entre otras cosas.

"Soy creyente, y muy devoto de la Virgen del Carmen. ¡Me ha ayudado a capear tantos temporales!... Dudo que cuando arrecia una tempestad con olas de ocho o doce metros el que no sepa no aprenda a rezar a la Estrella del Mar.

"Como anécdota simpática o percance no recuerdo; a no ser un marinero... Había sido boxeador, se trastornó en puerto, acudió la policía y lo único que pedía era: ¡que baje el capitán!".

"Mis hobbies: la electrónica, la informática y el maquetismo naval. Un libro: Las reglas del viento; una película: K-19, y una canción: Mediterráneo".

y profesor emérito

del CEOFT

fmgszy@terra.es