"EL SUELO es de agua". Lo decía José María Fidalgo hace unas semanas cuando todavía no era previsible, recorte tras recorte, que íbamos a llegar donde estamos, pero que tal vez no sea todavía el final de la aventura. De los "brotes verdes" de Elena Salgado y la economía y la banca que jugaban "en la Champions League" de Zapatero, hemos pasado a recortes salvajes, sin que nadie tenga la seguridad, ni siquiera la esperanza, de que se ha tocado fondo. El suelo es de agua y el techo ni se adivina. Va a tener razón, otra vez, Alfonso Guerra y a este país no lo va a conocer ni la madre que lo parió.

La aparición de Rajoy en el Congreso, donde debió hablar hace meses, para decir claramente lo que va a hacer, tarde otra vez, lo que ha puesto sobre la mesa es su lado oscuro: ha incumplido todas sus promesas con los ciudadanos y todos los puntos del programa electoral de su partido. Ha dado la vuelta a todo como un calcetín y Rajoy ya es Yojar, su propia antítesis. La marcha negra no es la de los mineros, que tratan de salvar, con lógica pero sin razón, lo que es imposible salvar, sino la que nos espera a los españoles en los próximos meses y años. Ni Rajoy ni nadie puede garantizar que estos recortes sean los últimos ni los definitivos ni que vayan a alejar la intervención. Ya estamos intervenidos, y eso tampoco garantiza el futuro. ¿Cuánto debemos, qué intereses vamos a tener que pagar este año y el que viene y el otro, cuánto llevamos recortado y para qué?

¿Había otras posibilidades? Sin duda. La subida del IVA y la supresión de la paga de diciembre de los funcionarios van a estancar aún más el consumo y a provocar más despidos y menos ingresos. La reforma del desempleo, sin una lucha real contra el fraude, sin reformar el INEM y sin trabajo para los que lo buscan de verdad, solo añadirá precariedad. La calle se incendiará, aunque los sindicatos tengan menos fondos, o por eso, pero al final da igual. La banca seguirá esperando la reforma que nunca llega de verdad, recibiendo dinero de donde sea y sin dar un préstamo a los que lo necesitan para emprender. ¿Repensar el Estado, reducir lo que sobra, evitar duplicidades? Para eso hacen falta acuerdos de Estado y muchos años. No tenemos tiempo ni voluntad.

No sé si Rajoy aguantará, pero cada día cuesta más trabajo creer que España aguante. No hay una sola idea de futuro ni propuestas para el crecimiento ni en el poder ni en la oposición ni en los que piensan. Tampoco se les puede pedir a los que simplemente sufren la crisis. No se otea en el horizonte ningún liderazgo al que aferrarse. Pero hay que hacer algo antes de que ese suelo de agua nos trague por el sumidero de la crisis.

francisco.muro@planalfa.es