AUNQUE a estas alturas ya estamos bastante curados de espanto, nos da cierto asco leer unas declaraciones de doña Ángela Mena, esposa del presidente del Gobierno de Canarias, en las que alardea de victimismo feminista y, consiguientemente, de una persecución machista por parte de este periódico. En concreto, califica de ataques a su independencia personal las críticas que le hacemos.

Olvida la señora Mena -pues la señora Mena tiene memoria únicamente para lo que le conviene tenerla- que ella misma ejerce cargos públicos desde hace años al margen de su relación marital con el presidente del Gobierno autónomo. La amnésica señora Mena parece haber olvidado ese pasado, desde luego, pero es que tampoco recuerda su presente porque, como decimos, de algunas cosas es mejor no hablar. ¿Desde cuándo es la señora Mena concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife? ¿Cuántos y cuántos han sido los conflictos que ha protagonizado durante estos años con políticos de su propio partido? Y no solo eso. ¿Qué cargo ocupaba antes de ser concejala de la capital tinerfeña? ¿Nos estamos inventando que era jefe del gabinete de la entonces alcaldesa de La Laguna, Ana Oramas? ¿Son elucubraciones nuestras que acabó a tortas -figurativamente hablando, no sea que la señora Mena, la dignísima primera dama y virreina de Canarias, se sienta ofendida de nuevo, le parezca poco el dinero que le ha asignado una sentencia judicial y nos pida un millón de euros para concluir el palacio que ella y don Paulino se están construyendo en El Sauzal- con la señora Oramas? ¿Es un invento de EL DÍA y de su editor que los conflictos con el alcalde santacrucero en la anterior legislatura, Miguel Zerolo, fueron continuos porque nadie es capaz de aguantar su carácter de goda política? Dejando a un lado las batallitas partidistas, ¿es invención de EL DÍA y de su editor que la señora Mena está imputada judicialmente por un delito continuado de prevaricación? ¿Ha inventado todos estos asuntos José Rodríguez, como ella ha dicho en ese periódico digital, auténtica hez del periodismo?

No lo ha inventado porque José Rodríguez es una de las personas más honestas que existen en Canarias. José Rodríguez tiene dignidad y es, lo reiteramos, una de las personas más decentes que hay en el Archipiélago, entre otras cosas porque no practica la asquerosa política de algunos políticos como la señora Mena. ¿Tiene la misma dignidad doña Ángela Mena? Personalmente suponemos que sí porque en su vida privada nunca nos hemos adentrado ni lo haremos. Pero como política, ¿es muy digno para ella acudir a hacer declaraciones a una publicación como ese digital canarión dirigido por un pájaro tatarita que la ha denigrado hasta niveles inimaginables, al igual que lo ha hecho con su marido? ¿Ha olvidado la señora Mena las burlas realizadas por el tatarita no solo en su soez publicación, sino hasta en programas de televisión sobre el asunto de la peineta y la mantilla en un acto de la Armada española? ¿En calidad de qué acudió la señora Mena a ese acto, cuya mantilla, vestido y peineta se pagó con el dinero de todos los canarios? ¿En calidad de concejala de Santa Cruz o de esposa del presidente Rivero? No queremos pensar que la señora Mena es primera dama -es decir, esposa del presidente- cuando le conviene y una mujer con su independencia personal cuando EL DÍA critica su actuación política. No queremos pensarlo, pero parece que sí.

¿A dónde va esta cínica y déspota política? ¿Piensa esta señora que los canarios seguimos acomplejados ante los peninsulares echados p''alante como ella? No, hombre; el tiempo del vasallaje ya pasó. Quien les hace daño a los canarios no es EL DÍA sino ella y su marido. Él gobernando oficialmente y ella moviendo los hilos desde la sombra.

Hablaremos otro día amplio y tendido de esta señora, de su marido y de la camarilla que los rodea y sustenta su tiranía política. Hoy queremos dedicar las últimas líneas de este comentario a decir que nos parecen muy acertadas las medidas de recorte adoptadas por el Gobierno de Rajoy, aunque en algunos aspectos se quedan cortas. En el caso de Tenerife deben desaparecer todos los ayuntamientos; basta el Cabildo. De la misma forma, deben desaparecer las subvenciones a los sindicatos y, sobre todo, deben desaparecer los comités de empresa, que son un cáncer para cualquier economía. Algún día, más pronto de lo que algunos creen, seremos independientes y organizaremos nuestra casa como es debido.