EL PEOR de los infortunios es la incapacidad de poner remedio a lo aparentemente inevitable, y los sucesivos accidentes que se han registrado hasta ahora en la carretera general del Marqués de Villanueva del Prado, del Puerto de la Cruz, constituyen ejemplos sangrantes y palmarios de esta modesta reflexión que transmito una vez transcurridas dos semanas desde que se registrara un nuevo accidente mortal en ese cruce maldito. Un hombre de 41 años vio truncada su vida en un instante fatal en el ya enésimo accidente de tráfico en la conocida carretera general del Botánico, la TF-312, que, curiosamente, apenas lleva unos dos años desde su "ampliación" o remodelación, y que supuso un desembolso de 1,2 millones de euros, y que, al parecer, la actuación llevada a cabo en la vía parecía responder a las expectativas de los vecinos de la zona, y se vendió en su momento como un auténtico logro, aunque, a decir verdad, no creo que se haya conseguido tal ni que los vecinos de la zona se lo hayan creído del todo.

Y digo esto porque la pretendida ampliación que se ha realizado, que se me antoja más un parcheo de lujo que una obra de ingeniería cabal propiamente dicha, a tenor de los resultados, queda muy por debajo de lo que en principio se consideró como un proyecto de gran avenida o rambla, con rotonda incluida. Cabría preguntarse cuántas personas tendrán que dejarse la vida en ese tramo de asfalto para que las administraciones competentes busquen una solución que borre del mapa ese punto negro que nos tiene en vilo a peatones, como el que modestamente escribe, y a conductores. Cada vez que me desplazaba a la oficina, en taxi, desde mi lugar de residencia, rumbo a la urbanización La Paz, y atravesaba la fatídica intersección, y en muchas ocasiones con los semáforos fuera de servicio, se me ponían los pelos de punta. Desde la parada de guaguas que está situada junto al Jardín Botánico se puede constatar la peligrosidad de ese cruce, por la falta de visibilidad, en ambas direcciones y sentidos, y que solo la señalización luminosa aminora. Pero ocurre que no siempre se respetan las indicaciones de tráfico y pasa lo que pasa. Incluso con los semáforos en pleno funcionamiento el cruce es altamente peligroso, no digamos cuando, por alguna causa, están apagados.

Personalmente, he presenciado varios accidentes en ese punto negro, y visto con desazón desde la ventanilla de la guagua cómo retiraban de la vía a la víctima del accidente del pasado miércoles, 4 de julio, que me temo no será el último, mientras no se adopte una solución eficaz y segura. Hoy por hoy, potencialmente, hay muchas vidas en peligro, y eso nos debe hacer reflexionar a todos.