Las islas afortunadas, el paraíso español. "", dicen los turistas cuando vienen de vacaciones y proclaman algunos desde el Archipiélago con afán de promocionar nuestra tierra. Supongo que los que utilizan estas expresiones no son aquellos que están dentro del 31% de canarios que viven bajo el umbral de la pobreza, ni tampoco los que pertenecen al 33,7% de desempleados en Canarias, y que junto a Extremadura y Andalucía forman el "podio" de regiones con la tasa de paro más alta del país.

Además, por si fuera poco, también encabezamos estadísticas como la de ser una de las comunidades autónomas con mayor índice de fracaso escolar. Sumémosle la inexistente industria en suelo canario, que radica en la total dependencia de nuestra economía del sector turístico; la falta de hospitales en determinados puntos de las Islas, un transporte público insuficiente, unas infraestructuras que dejan mucho que desear, y un largo etcétera. Como resultado nos sale una combinación nada recomendable para todo aquel canario de clase media-baja que intente vivir dignamente a pesar de las adversidades.

Por ejemplo, los recortes en educación y las restricciones en la concesión de becas no creo que animen a los estudiantes a optar por entrar en la universidad si no disponen de dinero para sufragar las altas matrículas, que han aumentado hasta en un 40%. Esto no solucionará el problema en fracaso escolar, luego no habrá gente preparada para acceder a trabajos cualificados. Por otra parte, las prestaciones para los desempleados también han sido recortadas, porque, según el Gobierno central, los parados no buscan activamente trabajo y dicha reducción de las ayudas son para incentivarlos a ello. Sinceramente, no creo que el 33,7% de desempleados en Canarias esté en su casa sentado sin buscar activamente un empleo, y menos viviendo el 31% de los ciudadanos del Archipiélago en unas condiciones pésimas.

La suerte de vivir aquí ahora mismo la tienen solo unos pocos afortunados, entre ellos los políticos, que disfrutan de un sueldo muy por encima de lo que percibe la mayoría de los ciudadanos.

Gabriel Regalado Fernández

(Los Realejos)

El funcionario que salvó a 5.200 personas

Oskar Schindler salvó a 1.200 judíos de las cámaras de gas; su corazón era muy grande y perdió su fortuna por ellos, pero nuestro Schindler español, Ángel Sanz Briz, era funcionario de la embajada de España en Hungría, que empezó como secretario y luego embajador. Sin embargo, fue mucho más eficaz y astuto: salvó a 5.200 judíos con 200 pasaportes comprados con una carta de cortesía al gobernador alemán en Hungría, Adolf Eichmann, para salvaguardar la vida de los ciudadanos españoles de origen judío, basándose en una ley de Primo de Rivera para conceder la ciudadanía española a los sefardíes expulsados y salvarlos de la barbarie nazi.

Sin ningún lugar a dudas, nuestro funcionario más astuto para hacer el bien fue este zaragozano desconocido durante mucho tiempo, Ángel Sanz Briz, que se jugó la vida y supo ganarse la confianza del gobernador alemán y del Gobierno títere de Hungría. Pensando que eran pocos los judíos sefardíes, el gobernador alemán, tras recibir una buena cantidad económica, decide conceder 200 salvoconductos, de los cuales el "Ángel de Budapest", como se le conoce entre los judíos y en Hungría, lo convirtió en 200 familias, y después en indefinidos pasaportes que repetía una y otra vez con diferente orden numérico y alfabético. Albergaban a sus judíos, él y sus colaboradores, en 11 casas alquiladas. Les dio techo, comida y atención médica. Para blindar este edificio de los nazis, colocó un cartel de la embajada española, hasta que pudieran salir del país. Salvó a un total de 5.200 personas, de las cuales sefardíes apenas eran doscientas.

En 1991, los herederos de Ángel Sanz Briz recibieron el título de "Justo entre las Naciones" de manos del Museo del Holocausto Yad Vashem, de Israel. Gloria y honor a este héroe y todos aquellos funcionarios españoles anónimos que colaboraron para salvar vidas durante el holocausto judío y que jamás han sido ni serán reconocidos.

Jesús Alberto Reyes Cornejo

(Santa Cruz de Tenerife)