EN TANTO que "conjunto de personas encargadas por una corporación o autoridad para entender en algún caso", no deja de ser decepcionante lo que está teniendo que ver con el asunto Bankia en el Congreso de los Diputados.

Creía entender que la tal comisión tenía como objetivo conocer lo acontecido en el tiempo próximo pasado de boca de quienes han tenido que ver en el asunto hasta llegar a donde hemos llegado.

Desde mi particular punto de vista, fue decepcionante la comparecencia de don Miguel Ángel Fernández Ordóñez, alias "Mafo", gobernador reciente que era del Banco de España y, por ello, responsable de la supervisión del sistema financiero español. El Sr. Fernández Ordóñez compareció pertrechado de un discurso escrito en el que se permitía decirles a los representantes de la soberanía popular en el Congreso allí comisionados lo que se debía hacer. No lo que él hizo o dejó de hacer como para haber llegado a la situación financiera en que estamos, sino lo que se debía o no se debía hacer en estos momentos. Y no hubo diputado alguno, ni aún la presidenta de la comisión, que cortase aquel discurso y le reconviniera a ceñirse al pasado, para lo que se le había hecho comparecer. Decirle a la comisión que "ahora no hay que buscar chivos expiatorios" es de algo más que "macho cabrío".

Me recordó, también, al honorable Jordi Pujol envolviéndose en la bandera catalana cuando el afer de Banca Catalana. Don Miguel Ángel se emboscó en la defensa del Banco de España respecto del ataque o descalificaciones que se le han estado haciendo a él mismo en tanto que gobernador de la institución. No contra el Banco de España, que sabido es que contaba y creo que cuente, si el hoy exgobernador no los purgó, con grandes profesionales y con extraordinarios servicios de estudio. Es a él a quien le cabía hacer caso o no a los dictámenes de esos servicios y profesionales. Y más bien creo que pasó de ellos tres pueblos e hizo de su cargo un sayo político.

Llegado a este punto, y dando por sentado que hubo serios informes como para no habernos metido en el barrizal financiero en que henos caído, sí tengo que hacer una suerte de reproche a esos profesionales que sabían hacia el abismo que íbamos y se limitaron a la "obediencia debida". Ser profesional implica la asunción del riesgo que conlleva discrepar del superior y mantener el criterio a toda costa. En mi larga vida profesional, tres veces me he visto en la necesidad de mantener mi criterio aún con advertencia de despido o proponiéndome yo a tal situación ante mi más alto superior. No fui despedido en ninguna de ellas y mi criterio se llevó a efecto. Son estas vivencias personales las que me otorgan un cierto derecho a esta suerte de reproche a los profesionales de la institución supervisora. Otra cosa es la actividad política; en esta, a pesar de los preceptos contenidos en la Constitución, mantener el criterio sí supone el "despido". También lo sé por experiencia.