AHORA se habla mucho de reconversión, sobre todo a raíz de que Vidal-Quadras, Ortega Lara y Santiago Abascal pidieran a Rajoy, por medio de una carta, "la reconversión del Estado". Los promotores antes citados defienden una reforma integral del sistema institucional para asegurar su viabilidad, porque hay "clamorosos fallos de estructura". Pero antes que seguir con dicha propuesta, quisiera hablaros de otra reconversión: la de la casta política. La definición de reconversión sirve para ambos casos. De hecho, reconvertir algo es hacer que vuelva a su situación anterior; es más, solo se puede reconvertir aquello que previamente ha sufrido un cambio.

La actual crisis que padecemos y sufrimos -circunscribiéndonos solo a España, aunque es más que evidente que se puede trasladar a otros países que están pasando por similares problemas- tiene como característica principal el que unos la sufrimos y la padecemos de una manera -la inmensa mayoría de los ciudadanos- y otros -la casta política- la toleran, la soportan, la miran, conviven con ella, pero de una manera distante, como si no fuera con ellos. Mientras que una inmensa mayoría de españoles sufre indignada -aunque incomprensiblemente aún con una cierta resignación cívico-milagrera- todo tipo de afrentas, recortes y humillaciones envueltas en mentiras, en traiciones políticas y en excusas maleadas, los otros -y no me estoy refiriendo precisamente a los de más allá del Muro- viven a nuestra costa, de nuestros impuestos, mientras nos arrancan cruel e impunemente la libertad, la dignidad y hasta la esperanza.

Los políticos, al menos la inmensa mayoría de ellos, que se supone los hemos elegido democráticamente para que sirvan a la sociedad, que no para que se sirvan de ella, como por desgracia parece ser que están haciendo, han cometido un gravísimo error de cálculo al considerar que la sociedad en su conjunto está compuesta de entes sin razón, vergüenza, coraje, sacrificio y entereza. No es la primera vez que un pueblo se levanta contra el poder establecido y da al traste con la casta política que les roba, esclaviza y atenaza. Todo es cuestión de tiempo. Y, por desgracia, ese tiempo se está acabando, porque, como dirían los Stark, "el invierno se acerca". Estos políticos están suicidándose, están cavando su propia tumba, y ahora es cuestión de que la sociedad, la que se siente traicionada y oprimida, cambie a las personas, las normas y los tiempos.

Con respecto a la otra reconversión, la del Estado, los promotores de esta iniciativa consideran que, en justa correspondencia a los esfuerzos exigidos a los ciudadanos en tiempo de crisis, es necesario un nuevo pacto de Estado que "asegure su viabilidad y aborde una reforma integral de nuestro sistema institucional y político". En la citada carta al presidente Rajoy destacan "la imperiosa y urgente necesidad" de que el Gobierno plantee a los partidos con representación parlamentaria, especialmente al PSOE, un programa "integral, coherente y sistemático de reformas, cuyo debate y negociación ofrezca como resultado un gran acuerdo nacional para lograr la reconversión del Estado". Además, explican que ese nuevo pacto de Estado debería restaurar el espíritu de "consenso" que imperó en la Transición y centrarse en las reformas de la estructura económica y del sistema educativo, así como el funcionamiento y composición de los órganos constitucionales (Senado, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional), la organización, competencias y financiación de los poderes públicos (Estado, CCAA y ayuntamientos) y la posición de España en las instituciones comunitarias, entre otros aspectos.

Es más, ante la posibilidad de que no haya acuerdo con el PSOE, a la vista de las posiciones que separan hoy a los dos grandes partidos, el Gobierno del PP no debe "quedarse cruzado de brazos", sino continuar las reformas necesarias en el ámbito de las competencias y apelar a otra vía para "superar esa parálisis": la celebración de un referéndum consultivo sobre la reordenación y la racionalización del sistema político y autonómico y la estructura institucional "para fortalecer la unidad nacional y conseguir la eficiencia y la viabilidad del Estado".

Ha sido tal el éxito de la iniciativa "Reconversión", que nace para combatir la "partitocracia clientelar y corrupta", que ha recibido más de once mil adhesiones en cuatro días; de hecho, Vidal-Quadras ha advertido de que "si los ciudadanos adquieren la convicción de que se les imponen sacrificios y renuncias muy dolorosas mientras sigue la sangría provocada por miles de entidades públicas inútiles, televisiones autonómicas endeudadas, competencias duplicadas y proliferación de cargos de libre designación, la pérdida de confianza en sus representantes y gobernantes puede alcanzar niveles de rechazo de consecuencias imprevisibles". Lo dicho, o reconvertimos a estos inútiles que nos están chupando hasta la sangre, o nos reconvierten ellos a nosotros: ustedes mismos.

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