1.- Agosto será así. Ayer estábamos celebrando la bajada de la prima de riesgo y la subida de la Bolsa y hoy nos estamos lamentando del vuelco de la situación. Esto no hay quien lo entienda, porque el mundo se ha vuelto loco. Ya no se recatan los magnates de la economía; ya hacen las cosas sin disimulo. Ahora, si hay que montar una guerra apoyando a rebeldes desalmados, se monta. ¿Quién no recuerda las escenas de asesinos rebeldes agarrando a Gadafi por el pelo y arrastrando su cadáver después de sodomizarlo con un cacho de palo? ¿O no han visto ustedes el vídeo, en Siria, de la ejecución de un teniente coronel del Ejército regular, fusilado sin contemplaciones y sin juicio, junto al Éufrates? ¿Estos son los animales que quieren sustituir al venado que todavía gobierna? ¿Quiénes son más bárbaros, los del bando rebelde o los de ElAssad? Pues, sinceramente, no sabría decirles. Sí creo que esas crueldades televisadas hacen mucho daño. ¿Imaginan a un niño viendo estas escenas que a mí me han impactado?

2.- Todo se ha desmadrado. En la era de las nuevas tecnologías lo que no han podido curar -porque no interesa- es la condición humana. Guerras terribles; mucho más crueles aún que las cruzadas, porque en éstas se mataban unos a otros con la espada y con la lanza y ahora se tortura y se masacra, cuantos más enemigos caen a la vez, mejor: gas mostaza, epidemias controladas por la CIA, sofisticados inventos químicos para acabar, feroz y cruelmente, con el enemigo. ¿Qué nos está pasando, cuánto va a durar este calvario? Y les da lo mismo matar a mujeres y niños inocentes, que no han participado en política, ni han cometido ninguna barrabasada contra los bandos en litigio. Es realmente duro. Y se sigue matando en el sagrado nombre de Dios, porque las guerras son fundamentalmente económicas, pero también religiosas.

3.- El mundo se ha vuelto loco. La avaricia ha roto todos los sacos. Arden las guerras alimentadas desde los despachos por políticos ambiciosos y generales cómplices. Y las imágenes de las televisiones nos exponen toda la crueldad que es capaz de desarrollar el ser humano, matando con sofisticación y con una saña sin límites. Da igual lo que haya hecho el prisionero, pero es preciso que tenga un juicio justo. Los últimos vídeos de niños asesinados en las calles, oficiales fusilados y tanto dolor han colmado el vaso. ¿Y para qué? ¿Y por qué? Pues probablemente por un puñado de dólares del petróleo; del maldito petróleo.

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