EL CONSORCIO de Bomberos de Tenerife, dependiente del Cabildo Insular, podría haber dejado tranquilos y no haberse acordado de los miembros del Cuerpo para también aplicarle, siguiendo la moda del Gobierno de España, el tijeretazo acostumbrado.

Rajoy, con su conocida suspicacia, podría haber metido el corte a los basureros de Arona, a los guindillas que, supuestamente, vigilan el parque Viera y Clavijo, convertido en refugio y aposento nocturno de los okupas de Santa Cruz, y a los trabajadores que dicen que colocan la escollera en el litoral de San Andrés, la cual progresa menos que un corredor cojo de los cien metros lisos de la Olimpiada londinense. Pero tuvo que emplear el corte presupuestario sobre un servicio público tan fundamental e imprescindible como el de la extinción de incendios. Y ya se sabe, disminuyó el número de bomberos por turno y recortó la plantilla de los que deben estar preparados para acudir a operar en la extinción de fuegos, atención de accidentes y otros trabajos en que, con mucha frecuencia, se intenta salvar vidas humanas, y unas veces se logra y otras no.

Desde luego, a los integrantes del aludido consorcio, que no se les ocurra trabajar como adivinos de circo o un oficio semejante porque se mueren de hambre. Solo pocos días después de la aplicación de los recortes, se produjeron esos dos incendios forestales de verdadera gravedad, uno en La Gomera y otro en La Palma. Y no es que los bomberos de Tenerife tengan que acudir, obligatoriamente, a esos sucesos, sino que, por no disponer cada isla de tales servicios, las entidades públicas que sí lo poseen están lógicamente obligadas a intervenir. Y, en el caso de La Gomera y de La Palma, ninguno de los dos cabildos posee servicios contra incendios y creo que también sea el caso de las restantes cinco islas del Archipiélago, porque Gran Canaria sí los tiene.

Las noticias que llegan de La Gomera mencionan que, en esta ocasión, actuaron eficazmente helicópteros y otros aparatos para apagar el incendio ese desde el aire. Pues, como dicen en el campo, que no pierdan las mañas. Y como hay que aprender de los errores, que en el campo dicen escarmentar, ya se sabe que esos hidroaviones, que dicen que hay pero dependen del Gobierno de Madrid para estas cosas, que estén preparados para intervenir en cualquier momento, que es lo que ha pasado con el incendio de La Gomera y creo que con el de La Palma.

En el momento en que termino este comentario, las noticias que llegan de La Gomera, sin ser realmente buenas, son más tranquilizadoras. Pasará tiempo hasta que los montes vuelvan a estar como estaban y la isla recupere su gran riqueza forestal, casualmente reconocida hace muy poco tiempo por los organismos internacionales, de lo que ha publicado noticias este periódico, que han concedido la máxima calificación precisamente a La Gomera, que refuerza su calidad de Reserva de la Biosfera.