SE HA HABLADO tanto, y se sigue hablando, de la penosa herencia que legó el expresidente del Gobierno Rodríguez Zapatero al actual gobernante, Mariano Rajoy, que este asunto parece no tener fin. Y aunque parezca que a estas alturas ya sea agua pasada, lo cierto es que cada vez se van conociendo nuevos "pufos" en la economía española que la agravan incesantemente hasta dejarla rayando en la insolvencia total. Una crítica situación que ha suscitado la alarma en los países de la UE con serias advertencias al Gobierno español para que subsane el déficit público y el paro, so pena de que seamos intervenidos con un rescate.

Cuando Mariano Rajoy accedió a la presidencia del Gobierno, el 21 de diciembre pasado, repasó las cuentas que le había dejado su antecesor, Zapatero. En este estudio observó que la realidad, en algunos casos, distaba mucho de lo que en el traspaso de poderes le habían contado y de la verdadera situación a la que tenía que enfrentarse.

El "pufo" que le dejó Zapatero a Rajoy se puede resumir en una deuda total de 997.000 millones de euros, equivalente al 92,11% del PIB, de los que 800.000 millones corresponden a todas las administraciones (central, autonómica y local). Esta deuda obligará a destinar el año que viene 38.000 millones solo a pagar los intereses del dinero que se ha tenido que pedir prestado al exterior, es decir, 9.000 millones más que este año. Si no se hubiera despilfarrado tanto dinero en los pasados años, ahora no se tendría que destinar tanto al pago de intereses ni tampoco hubiera sido necesario tener que hacer tantos recortes como Rajoy se ve obligado a realizar. ¿A quién hay que pedir responsabilidades, pues? En siete meses de Gobierno, Rajoy ha realizado más reformas económicas que Zapatero en siete años.

¿Quién no recuerda aquella afirmación que hizo Zapatero en Nueva York, en 2008, de que "tenemos uno de los sistemas financieros más sólidos de la comunidad internacional"? Transcurridos cinco años de tan disparatada declaración, el Gobierno de Rajoy se ha visto obligado a solicitar a la UE una ayuda financiera de 100.000 millones de euros para atender la crítica situación de la banca española. Un crédito que el Banco Central Europeo condiciona al cierre de bancos y sucursales que no sean rentables. ¿Dónde está la solidez?

Antes de finalizar el año 2011, Zapatero se comprometió con la UE a lograr un déficit del 6% al concluir dicho año, y con esa propuesta se presentó a las elecciones generales. Tras la llegada de Rajoy al Gobierno, se encontró con que el déficit era del 8%, y después de unos meses descubrió que en realidad es del 8,9%. Y así, al incumplirse el objetivo de déficit que exige la UE, hay que ahorrar 18.000 millones de euros más de lo previsto. ¿No es esto un engaño?

En su informe anual sobre España, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pedido al Gobierno de Rajoy que emplee mano dura con las autonomías. Recomienda que se intervengan las cuentas de aquellas que no cumplan sus objetivos, tras hacerlas responsables de las dos terceras partes del 8,9% de déficit de 2011.

Por ello, precisamente, tiene sentido que el FMI inste al Gobierno a controlar el desbocado gasto autonómico en unos momentos en los que varias CC.AA. han solicitado acogerse al nuevo fondo de rescate de 18.000 millones de euros que el Gobierno ha puesto a disposición de las regiones que lo soliciten.

Para cumplir con los compromisos que nos exige Bruselas, el Gobierno español tiene como objetivo lograr el déficit cero en el año 2015, en el caso de los ayuntamientos. Para el conjunto de las CC.AA., el déficit ha de ser del 1,5% en el año 2012; del 0,7%, en 2013; del 0,1%, en 2014, y un superávit del 0,2% en 2015.

La situación económica por la que está pasando España es tan complicada que hasta el propio Zapatero tuvo que admitir en una entrevista concedida a la cadena Al Jazeera, que "sufriríamos menos si hubiéramos ahorrado más y hubiéramos tomado menos dinero prestado del exterior". (¡A buenas horas, mangas verdes!). ¡Ay, Zapatero, cómo has dejado España! Y para colmo este iluminado se está dedicando a pronunciar conferencias sobre economía y a escribir un libro. ¡Vaya una osadía!