LA ALEGRÍA es un barrio situado a las afueras de Santa Cruz de Tenerife que se encuadra administrativamente dentro del distrito de Anaga. El barrio ocupa la vertiente este del barranco de Tahodio y nació como un asentamiento obrero que acogía a los trabajadores portuarios que trabajaban avituallando de carbón a los barcos. Tras la Guerra Civil española se produjo un gran aumento poblacional, alcanzando los 1.640 habitantes en 1950. Este crecimiento se debió principalmente al despoblamiento de los municipios rurales de Tenerife y el traslado de personas de las otras islas hacia los principales núcleos urbanos del Archipiélago. Hoy viven en el barrio 1.790 vecinos. La mayoría de las casas fueron construidas por ellos mismos, comprando la parcela, ya que la situación del barrio en una zona caracterizada por una pendiente muy pronunciada hacía que estos terrenos fueran considerados entonces marginales y de poco valor.

Las fiestas patronales son el 26 de agosto en honor de san Roque. Este año tuve la oportunidad de asistir a las fiestas y supe por qué el barrio se llama La Alegría. La Comisión de Fiestas, que presidía Irene Hernández, organizó una gran gala para la elección de la Reina de las fiestas, título que recayó en la guapísima Míriam Pérez Afonso. Además, el jurado eligió a Jorge Aparicio Rodríguez como Míster adulto; a Chicha Díaz González, Reina de la tercera edad; a Carolina Yanes Fonte, Reina juvenil; a Cristian Rodríguez Vicente, Míster juvenil; a Aura García Vera, Reina infantil, y a David Aguilar Padrón, Míster infantil. Dicen los viejos que el nombre del barrio se lo pusieron los primeros moradores que vivieron allí, en lo alto de la ladera, un majorero y un conejero, que pasaban las tardes después del trabajo tocando la guitarra y cantando.

Mi mujer Ana y yo llegamos puntuales a las nueve y nos fuimos después de la una. Lo pasamos muy bien. Nos divertimos. Y lo que más me gustó fue que todo lo organizaron los vecinos y vecinas del barrio. Una gente entrañable, capaz de olvidar por unos

días la realidad cotidiana, injusta y peligrosa, del que es quizás el barrio más olvidado de Santa Cruz, que vive con el miedo permanente a que se derrumben sobre sus cabezas la casas afectadas por la riada de 2002, que el mismo ayuntamiento declaró en ruinas, pero nunca tiró ni retiró los escombros de las que se cayeron, convirtiendo los solares en verdaderas bombas de relojería retardadas que esperan amenazantes una nueva tromba de agua que lance los bloques contra las viviendas de abajo.

Urbanismo no puede mirar hacia otro lado más tiempo. El concejal debe ir al barrio, recorrer sus calles casa a casa y dar instrucciones inmediatas para que se tiren las que estén en ruinas y se desescombren los solares por motivos de seguridad. Si no lo hace, él será el responsable si ocurre algo, que puede pasar. Lo afirmo yo, que sí he recorrido el barrio.

* Abogado, economista, MBA, diputado en el Parlamento de Canarias y candidato por el CCN a la Alcaldía de Santa Cruz 2015