STE VERANO, que casi se esfuma entre la calima y el siroco saharianos, nos deja con el miedo metido en el cuerpo y con la amargura en nuestro paladar por el efecto devastador de las olas de calor que contribu- yeron a diezmar una considerable parte del patrimonio forestal de Tenerife y de La Gomera y devastar más de 150.000 hectáreas de monte en el conjunto de España, con el efecto añadido de cuantiosas pérdidas eco- nómicas y de vidas humanas. En el caso del incendio de La Gomera, los daños represen- tan un costo de 71 millones de euros, según las primeras estimaciones oficiales. No diga- mos si se contabilizan el total de las pérdidas en el conjunto del Estado, que pasarán a engro- sar, salvo las exigibles en concepto de cober- tura de las aseguradoras para aquellas pro- piedades que estuvieran protegidas, el capí- tulo de gastos. Un verano que se nos va y que recordaremos por la escalada casi imparable de la prima de riesgo de España hasta mar- car un nuevo récord en el pago de intereses de la deuda soberana y que, pese a su relaja- miento, amenaza con desbocarse si se con- firman las previsiones de un eventual rescate de la economía española, previsiblemente, para el próximo otoño, dado que la reducción experimentada días atrás podría interpretarse en términos de mercado como un descuento del escenario que se nos avecina. Y es que todavía no se ha recibido el primer tramo de 30.000 millones del total de 100.000 para la ayuda al sector financiero con problemas, y se apunta como exigencia previa de la Unión Europea que se liquiden los bancos inviables.

Este verano será recordado, entre otras cosas, por el saqueo de un supermercado pre- suntamente alentado por sindicalistas y un alcalde y diputado regional andaluces, con lo que se marca un peligroso precedente que compromete seriamente la imagen de España, por el nudo en la garganta que apretó a los 200.000 beneficiarios de la ayuda de 400 euros ante la posibilidad de su supresión, pero que luego fue descartada ante la presión social y política, aunque con cambios significativos, y por las secuelas de la intervención de Ban- kia y del engaño clamoroso de las “prefe- rentes”. Pero también ha dejado sus alegrías, como los buenos resultados de la delegación española en los Juegos Olímpicos de Londres y el triunfo de la Roja en la Eurocopa.

Ya el ministro de Economía, Luis de Guin- dos, adelantaba a comienzos de semana, en una entrevista publicada por el Herald Tribune, que no descarta nuevos ajustes si el Banco Central Europeo (BCE) compra deuda pública, a lo que se opone Alemania (Bun- desbank). Un verano a destajo en el que tam- bién las vacaciones se han visto eclipsadas por la sombra de la crisis, ante la proximidad de un septiembre negro para las economías de las empresas y de las familias con la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que repercutirá en productos de primera nece- sidad. A todo ello se unen los rumores (de los que la canciller alemana, Angela Merkel, no quiere oír hablar) de una eventual salida de Grecia de la zona euro y el panorama som- brío que se cierne sobre Oriente Medio, a tenor de una amenaza de un potencial conflicto bélico por el controvertido y peligroso pro- grama nuclear iraní y la crisis siria. Septiembre se las promete complicadas y el otoño pegando fuego.