¡NO SIEMPRE el rescate es beneficioso para el rescatado! En ocasiones, se convierte en un completo desastre. Con la intención de sustentar la afirmación, recurro sin más al reciente episodio del fresco aragonés denominado eccehomo (''este es el hombre'' o ''he aquí el hombre'', en castellano, la traducción que en la Vulgata latina se utilizó para el pasaje del Evangelio de Juan [19:5], en el que Poncio Pilato se lavó las manos ante la multitud) de la localidad de Borja. Explicar que con el mismo nombre hay otras creaciones, como muestra un cuadro de Caravaggio -que data de 1604 y forma parte del conjunto que el pintor dedica a la Pasión de Cristo situada en la galería del Palacio Rosso (Palazzo Rosso) de Génova (Italia)-, y menos mal que el rescatado no fue el pintado por el artista barroco italiano. Por el genio terco, orgulloso y siempre dispuesto a participar en una discusión o a enfrascarse en una pelea, que era como sus coetáneos conocían al milanés. ¡Menos mal! El eccehomo del Santuario de la Misericordia de Zaragoza tiene bastante menos valor artístico y antigüedad; tan solo constatar que se ha quedado como en la famosa película del cómico Rowan Atkinson, míster Bean, hecho un Cristo en este segundo caso con la excusa de un moco y en el primero por el deterioro del tiempo. Con la intención de restaurarlo o rescatarlo de su lamentable estado, una abuelita, "virgencita, virgencita, déjame como estoy", Cecilia Giménez, de 81 años, con toda la buena intención del mundo se puso a manipularlo a su manera y ha sido peor el remedio que la enfermedad, porque hasta el New York Times ha hurgado en el vacilón haciendo que la Diócesis de Tarazona tenga a bien esconder de momento el sorprendente apaño, ya famoso en el planeta de los chistes, por los retoques de la vena artística descontrolada de la inconsciente aunque respetable anciana.

Pero quiero centrarme en la generalización de que los rescates, aun siendo voluntariosos, a veces empeoran la situación. Ejemplos hay por doquier. Sus efectos pueden ser distorsionadores (peor el remedio que la enfermedad). En ocasiones, hay que agarrarse al "no me salves que llevo cholas". España tiene menos endeudamiento y déficit, tanto público como privado, que el Reino Unido o que Estados Unidos, por ejemplo -16 billones (16.000.000.000.000) de dólares-, y paga mucho más por operar dentro del euro; esa es también responsabilidad suya, no únicamente nuestra. Una actuación del Banco Central Europeo en la forma que ellos dictaminen (como les salga del pito) colocaría más condiciones ("todo tiene un precio") a la economía del Estado, lo que podría resultar, dependiendo de cuáles fueran estas, otro enorme disparate. ¿Capisci?

Mi opinión es que "no a cualquier precio, forastero". Entiendo que hay que hacer un fleje de reformas estructurales sin olvidar la obligación de empezar a incidir en la telaraña europea y especialmente en el entramado financiero que se sustenta a modo de superpoder fáctico en la economía globalizada, con unos paraísos fiscales inaceptables en sus definiciones actuales, con una especulación desorbitada e injusta, con altas cantidades de dinero ficticio, que incluso se ensaña, como he mencionado anteriormente, con las deudas soberanas. Es cierto que aquí se han cometido barrabasadas, tropelías, que falta eficiencia o una fiscalidad adecuada para las capas que acumulan el capital. Es cierto que la picaresca de la economía sumergida enturbia el paño; es cierto que hay demasiado mandante; es evidente que hay que poner coto, orden y efectividad en las administraciones y en los procesos, optimizar rendimientos. Lo que no pueden es patrocinar otro apretón de tuercas para la destrucción de lo poco que queda del Estado del bienestar o del tejido productivo, con la consiguiente aniquilación terminal de pymes o autónomos. Es fundamental. Empezaremos a salir de la crisis cuando se vuelvan a crear negocios, cuando vuelvan a aparecer iniciativas, cuando cada vez más gente pueda y quiera encarar su vida trabajando de sol a sol. Si el rescate es para acabar de rematarnos, mejor lo dejan como está, que si España e Italia se convierten en las nuevas "grecias", se cumplirán los augurios que señala el fin del calendario maya.

O todos o ninguno. El ciudadano de a pie ya ha sido obsequiado con demasiados borrones. Si hay rescate y es necesario pintorrear económicamente a alguien, ahora le toca a otro.

infburg@yahoo.es