Todos los que frecuentamos ciertas calles del Puerto de la Cruz nos encontramos con obras y formas de organizar la ciudad que no encajan con la forma normal de hacer las cosas. Esto no tendría más importancia si estas obras no se hicieran con nuestro dinero, pero es que se hacen, y luego no valen para nada. Esto se llama despilfarrar, y si el dinero no llega, ya sabemos la solución: se suben los impuestos y aquí no ha pasado nada.

Se hizo un paseo litoral con pavimento de madera, que duró lo que se tardó en hacer, y tuvo que sustituirse, con un nuevo gasto, por un pavimento de piedra. Se hicieron dos "vaquerías" que siguen cerradas y llenas de excrementos de palomas, construcciones que iban destinadas a ser bares, en una ciudad que está saturada de esta clase de negocios. Se han hecho obras de acondicionamiento y embellecimiento en la avenida Familia Bethencourt y Molina, colocando unos aparatos de gimnasia para uso público.

Hasta ahí la cosa parecía normal. Pero en la vida muchas veces mandan las circunstancias, y los ediles no deben ser ajenos al conocimiento de las mismas. Ya los gamberros de turno han dado mala cuenta de los mismos, y no sé si queda alguno sano. Esto, por desgracia, era previsible, y por lo tanto no había que hacer un gasto innecesario.

Otro de los artilugios que han colocado es un aparcamiento de bicicletas; la gente no sabe para qué sirven estas dos espirales metálicas. Aquí no hay costumbre de desplazarse en bicicleta. Yo paso todos los días por ellos y jamás he visto una sola bicicleta aparcada, pero es que tampoco circulando por la ciudad. ¿Para qué este gasto inútil?

Y otra cosa que se han sacado de no sé qué depósito de neuronas es la forma de pintar las líneas de aparcar los coches. Ahora resulta que tienes que aparcar dando marcha atrás, es decir, de la forma más difícil y lenta; con razón el otro día se formaban atascos en zonas donde anteriormente no los había. Es mucho más fácil aparcar de frente. Es la primera vez y en la primera ciudad que he visto esto.

Y para terminar, vuelvo a llamar la atención, una vez más, sobre el parque San Francisco. Se gastan dineros en embellecer calles que están en buen estado, pero ninguna de las corporaciones, de todos los colores, que ha pasado por este ayuntamiento ha puesto punto final a la vergonzosa situación que sufre este recinto, que parece poco menos que un establo de un país tercermundista. Ni en el pueblo más pequeño de la Isla se encuentra algo semejante. Ya es hora de que se adecente y se dote al Puerto de la Cruz de un local donde se puedan celebrar toda clase de eventos.

Juan Rosales Jurado

(Los Realejos)

¡Ya está bien de incendios intencionados!

Decididamente, ya es hora de que se tome una decisión por parte de nuestras autoridades contra esos individuos que intencionadamente propagan todos los años por estas fechas los incendios en nuestros montes, barrancos y demás accidentes terrenales de nuestras zonas, con el agravante de los daños irreparables en la agricultura y ganadería y, asimismo, en la propiedad de los vecinos o moradores de las zonas afectadas.

Entiendo que la actitud de esos individuos no debe ser tolerante bajo ningún concepto, tanto si viene de un "loco" como si viene de un "cuerdo". Al primero ingresarlo en el manicomio; al segundo, en la cárcel, pero a ambos sin dejarlos salir de esos entornos para nada. Por considerar que esas acciones se pueden ver como acciones delictivas, entiendo que la Justicia debe tomar "carta en esos asuntos" y procurar detener a esos enemigos de la naturaleza. Pero la misma tiene que contar con la colaboración del Gobierno autónomo, que parece "estar dormido" cada año en esas circunstancias. Creo que la solución para frenar a partir de ahora esos desastres sería trasladar esas subvenciones que actualmente están destinadas para los eventos festivos de toda índole, a crear y sostener un cuerpo especializado para la vigilancia de nuestro medio forestal, y entonces, creo yo, que no sería tan necesario con carácter de urgencia para intervenir, con los medios aéreos mecanizados para solucionar el problema, y que al mismo tiempo, a pesar de la crisis, nos van a costar mucho sus servicios. Pues ya es hora de pensar un poco en nuestras necesidades.

Rafael Monroy Loza