CON ESPAÑA contra las cuerdas, y Canarias a la sombra de esa grave crisis que atenaza a todo el Estado, parece que solo queda un camino para la financiación de las grandes infraestructuras en los próximos veinte años: los fondos europeos. En lo referente a los puertos y aeropuertos, el mapa económico de las dos próximas décadas ya está trazado: Red Transeuropea de Transporte. Es tan sencillo como contundente y vital para nuestra isla: esta red sustenta, en base a una dotación de 50.000 millones de euros, la estrategia de desarrollo de los nodos de comunicación europeos, con fecha de aplicación hasta 2030. ¿Alguien duda de que para la Isla no estar entre los elegidos sería un golpe casi catastrófico? Aunque las consecuencias no sean patentes en un presente inmediato, entendemos que la alerta es máxima.

Pues en esas estamos. Cuando queda poco menos de un mes (28 de septiembre) para que Europa tome la decisión definitiva, el puerto de Santa Cruz de Tenerife no aparece entre las instalaciones que serán apadrinadas con dinero europeo para potenciar sus instalaciones. ¿Y qué significa eso? Pérdida de competitividad, pasar a un absoluto segundo plano en el mapa estratégico europeo de transporte, subida generalizada de precios, disminución notable en la posibilidad de generar empleo, limitaciones importantes en las previsiones de futuro..., empobrecimiento de nuestras instalaciones portuarias y por ende de toda la Isla. Que nadie olvide esto: la salud física y económica del puerto de Santa Cruz de Tenerife afecta a cada uno de sus ciudadanos, y por ello debería ser cuestión fundamental no solo para nosotros, residentes, sino para todas las islas canarias.

Nos alegramos de que el puerto de La Luz de Las Palmas de Gran Canaria haya recibido la buena noticia de su inclusión en esta red de transporte, pero su presencia no debe ser motivo de limitación para nuestras intenciones. Si es importante que esté Gran Canaria, igual de importante e imperioso lo es que esté Tenerife. Nuestras aspiraciones no chocan con lo ya conseguido por Gran Canaria, muy al contrario. En este contexto de fondos europeos, los puertos de nuestras dos islas principales deben tener miras amplias y luchar por un bien común, que no es otro que el progreso de las siete islas canarias. Y por ese equilibrio y justicia social debe velar también el Gobierno canario como primera instancia.

Y en un plano más amplio entendemos que no solo es misión del Ejecutivo, sino también del resto de políticos, a los que los votos de los ciudadanos han puesto en su sitio. Por esto, no entendemos las recientes declaraciones públicas del popular Antonio Alarcó, en las que manifestaba que el puerto de Santa Cruz de Tenerife ha perdido con justicia su lugar en la Red Transeuropea. Con declaraciones como esta, incluso saliéndose de la línea general marcada por su propio partido en Canarias, los favores a Tenerife se convierten en piedras en el camino, en el mismo camino por el que transita la ciudadanía que le ha votado. Hacer política con esto es tener una amplitud de miras cortísima.

La fecha es el 28 de septiembre. Antes de llegar a ese punto, las autoridades europeas responsables de la decisión deben escucharnos, y el mensaje debe llegar desde varios frentes. Toda institución pública, incluso de las islas menores, debe dejar clara su postura a favor de la inclusión del puerto tinerfeño, como así está ocurriendo en su gran mayoría. Vital, irrenunciable. Y, además, el conjunto de la sociedad tiene que sumarse para hacer también de la cantidad un arma a nuestro favor. Para esto seguimos invitando a todas las empresas, instituciones y ciudadanos a que se unan a esta causa común y que participen de manera activa en la plataforma #tfesemueve, aglutinados todos en canales como Twitter y Facebook para compartir información y hacer visibles nuestras razones de protesta. El objetivo es irrenunciable.

Empresa de Sestife