EN EL EXTREMO Noroeste de Venezuela, en el estado Falcón, al Norte de Coro, se encuentra una increíble y acogedora península: Paraguaná, con un privilegiado clima y temperatura agradable durante todo el año. Excelentes playas como Adícora, El Supí, Tiraya o Las Cumaraguas.

En la costa occidental de tan bonita lengua terrestre, se encuentra la ciudad de Punto Fijo, con unos 130.000 habitantes, al lado de la cual funciona el segundo centro refinador más grande del mundo, compuesto por la refinería de Amuay y de Cardón.

Hace un par de semanas se produjo un desgraciado accidente. Una enorme explosión y tras ella un incendio que duró cuatro días, causó cuarenta y dos muertos, más de un centenar de heridos, arrasó barrios enteros de la urbe y afectó a mil seiscientas viviendas. Tres de los nueve depósitos de combustible estuvieron lanzando grandes llamaradas al cielo durante una larga batalla en la que ejércitos de bomberos se turnaban para arrojar espuma a las bocas de los amenazantes tanques.

Al parecer, todo se provocó por una fuga. Algunos vecinos, expertos y trabajadores aseguran que días antes del siniestro ya se percibía un fuerte olor a gas, aunque como la gente está tan acostumbrada no se desató ninguna inquietud. Tampoco los sistemas de alarma con los que cuenta la refinería se activaron. El ministro venezolano de Energía, Rafael Ramírez, explicó que una nube de olefinas normalmente apreciable a la vista humana se extendió rápidamente en forma de neblina a una altura de unos dos metros. Aseguró que la esfera que registraba y avisaba del peligro había recibido mantenimiento meses antes.

Muchas voces acusan directamente al deficiente mantenimiento, como resultado práctico de la aplicación por la empresa PDVSA de una gestión política, partidista y doctrinal que la ha llevado en parte a la militarización -de hecho, la gran mayoría de los fallecidos por la explosión eran miembros del Ejército- y la escasa profesionalidad de los equipos. El líder de la oposición, Henrique Capriles, ha responsabilizado al Gobierno, que ha abierto una investigación profunda aunque la refinería ya se haya puesto nuevamente en marcha. ¡Faltaría más!

Pero es que accidentes de este tipo se han producido desde siempre en las industrias de refinación. Aquí también tenemos traumáticas experiencias. En Estados Unidos, en Texas, por ejemplo, hubo un episodio en 2005 con más de quince muertos y doscientos heridos, en el que la empresa British Petroleum fue condenada por los tribunales norteamericanos a pagar una importante suma por fallos de seguridad. Pero es que, si uno se pone a buscar, es evidente que estamos ante una industria que, aparte de contaminante -que esa es otra-, es peligrosa. Algunas muestras: el 14 de septiembre de 1997, en la India, al menos treinta personas murieron en un gigantesco incendio en una refinería de petróleo de la compañía estatal Hindustan Petroleum Corporation Limited (HPCL), en Visakhapatnam (sur). El 25 de junio de 2000, en Kuwait, cuatro obreros fallecieron y cincuenta personas resultaron heridas en una deflagración provocada por gas. El 14 de agosto de 2003, en Puertollano, siete obreros que trabajaban en una compañía subcontratada murieron en una explosión producida en la refinería de Repsol. El 30 de octubre de 2004, en China, siete obreros perecieron en una explosión mientras reparaban un conducto que contenía sulfuro de hidrógeno. El 21 de marzo de 2006, dos obreros murieron en un incendio mientras realizaban operaciones de mantenimiento en la misma Punto Fijo de la refinería de Amuay. El 3 de abril de 2010, fallecieron cinco empleados en una refinería de petróleo de la compañía Tesoro de Anacortes (noroeste), cerca de la frontera con Canadá. El 7 de septiembre de 2010, hubo dos muertos en una explosión provocada por una fuga en la instalación de la compañía Petróleos Mexicanos (Pemex), cerca de Monterrey. El 2 de junio de 2011, en Gales, cuatro trabajadores murieron en un incendio producido tras la explosión en una refinería perteneciente al grupo estadounidense Chevron. El 30 de julio de 2011, en Tula (México), al menos dos obreros resultaron muertos por una explosión ocurrida tras el arranque de una unidad de tratamiento de Pemex.

Es decir, que -aún más si al final extraen petróleo o gas de nuestras aguas-, existiendo una refinería en el núcleo urbano de Santa Cruz, yo creo que el "punto fijo" de las administraciones canarias, tinerfeñas y de la propia empresa debería ser coordinar y hacer posible un traslado a un polígono.

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