FRASE REPETIDA por la mayoría de cantantes, que con amargura y preocupación se enfrentan al futuro, pues a esta capital se unen otras: Oviedo, Avilés, Gijón, Valladolid, Salamanca, Alicante, Jerez de la Frontera y muchos otros lugares en los que no paraban de trabajar los meses de verano. Fue una amiga soprano quien me dijo esa frase, y a pesar de ser muy buena en su profesión, igual que muchos de sus compañeros, no tiene ni una mala romanza que llevarse a la boca. La causa principal es por los recortes en cultura y la brutal anulación por parte de los gobiernos de las comunidades autónomas y otros entes del apoyo a la zarzuela o a la ópera. Por si fuera poco con la crisis y el paro, aumenta el IVA, y así es imposible comprar localidades. La semana pasada adquirí las del Festival de Ópera, 66,17 euros cada una, como socio de ATAO, para ver "La Traviata", y el concierto de Celso Albelo. Soy un simple jubilado y ya no puedo permitirme estos lujos. Con todo mi pesar he tenido que darme de baja después de toda una vida colaborando y disfrutando del bel canto, como directivo en su momento y, principalmente, como aficionado. Y esa es la tónica general del resto de socios con los que hablo: de ochocientos se quedarán como mucho en trescientos, por lo que la continuidad de la asociación tiene los días contados. Pasará lo mismo con los Amigos de la Zarzuela de Tenerife, pues levantar una entidad como esa es tarea ímproba. ¿Y después qué? Al museo y bibliotecas, únicos lugares donde podrán ser recordadas estas manifestaciones artísticas que coparon toda una época, más de doscientos años de una historia para una música sublime que con el tiempo añoraremos. Ahora hay que conformarse con el ruido y sinsentido de la música actual, pues además de menos seguidores, tampoco hay ningún movimiento que los defienda.

Esto no ocurre solamente en nuestro país. Viene de la vieja Europa, del relativismo y la poca moralidad de sus gobernantes, que luchan por conservar ciudadanos de cerebros planos, obedientes y disciplinados, sin tiempo ni ideales, y que la buena música pase desapercibida en sus mentes, pues es una manifestación artística que hace ser mejores personas a los seres humanos, que consigue ilustrarlos y que no se conviertan en lacayos. Ya lo anunciaron en su momento algunas mentes privilegiadas, y se está convirtiendo en una triste realidad. Como en España, la infección se extenderá al resto de ciudades europeas, y los grandes cantantes coparán todo el trabajo dejando migajas para los que no han alcanzado la categoría de divo, a pesar de dedicar su vida a estudiar y prepararse. Y como en muchos otros ámbitos seguirá habiendo una invasión extranjera en detrimento de nuestros artistas, pues los principales teatros de nuestro país están dirigidos por forasteros, culpa de nuestra extravagante clase gobernante.

Esta tierra ha dado y está dando cantantes punteros; afortunadamente para ellos no escaseará el trabajo, pero los de en medio tendrán que buscarse la vida y conformarse donde y como puedan, que Dios les provea.

La consejera de Cultura, doña Inés Rojas, asegura que en su departamento están al día, que no necesita apoyo económico, y lo suelta como si no fuera con ella, pero muchos sabemos que se les amontonan las facturas, que los trabajos se terminan y que muchos artistas están esperando por su dinero, pendientes de que Hacienda transfiera a su organismo, dicen. Los funcionarios de pie de calle hacen lo que pueden y son los primeros perjudicados (les retraen sus emolumentos, les quitan la paga extra de Navidad...), mientras los altos cargos y asesores mantienen sus prebendas, sin visos de recorte, pero como sigan así me atrevo a vaticinarles que en breve tampoco cobrarán, porque no funciona el mecanismo productivo, hay cada vez más paro, menos entradas impositivas, y el resultado es un descalabro que está a la vuelta de la esquina.

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