AL VESTIRSE con frac para asistir a actos oficiales, como lo ha hecho en los últimos días, Paulino Rivero humilla con su presencia a las instituciones a las que acude. ¿Quién es este mago político para ponerse de etiqueta? El hábito no hace al monje. ¿Nadie le ha dicho que aunque la mona se vista de seda, mona es y mona se queda? Usted, señor Rivero, es un chimpancé político -como mucho un monosabio- que da saltos y gesticula con los brazos en el Parlamento de Canarias -en qué antro han convertido una institución tan digna como es el Parlamento de Canarias- para entretener al pueblo y conseguir que no se dé cuenta de sus traiciones. ¿Qué hace alguien como usted, que tanto presume de nacionalista -cosa que no es- pasando revista a una formación de tropas españolas? Y no lo decimos por el Ejército español, que también nos parece una institución muy digna y abnegada, sino porque se trata de un gesto de sometimiento colonial que lo convierte a usted en lo que es: un cipayo político. Y cuando no revista tropas, hocico en alto y en la tercera isla, que es en la que más le gusta estar, acude a la inauguración de un curso en la Universidad de La Laguna sentado entre doctores y catedráticos. ¿Qué hace un iletrado político como usted sentado junto a personas cultas? Y no nos salga con el cuento de que acude como presidente del Gobierno de Canarias. Usted será un presidente legal, pero moralmente no le corresponde ocupar ese puesto porque no ganó las elecciones. Mal que le pese, las ganó el PP de Soria.

No nos vale Paulino Rivero por inepto y por traidor político a su pueblo, ni nos vale Coalición Canaria porque no lo obliga a dimitir. El Archipiélago daría un gran paso hacia la recuperación económica, y también hacia la consecución de su soberanía nacional, si este inepto político desapareciera de la vida pública. No nos vale, asimismo, que CC amague a España con exigirle la soberanía fiscal para las Islas. Los españoles se ríen de amenazas como esas porque saben que quienes las formulan nunca las van a cumplir. En todo caso habría que exigir una Hacienda canaria, que es lo que propone un patriota y un nacionalista auténtico cual es Fernando Clavijo. Mientras la recaudación de impuestos en las Islas la haga la metrópoli, seguiremos controlados por quienes invadieron esta tierra hace seis siglos. En cambio, si somos nosotros los que recaudamos los tributos y luego le pagamos a España un justiprecio por los servicios que presta en las Islas -de forma transitoria hasta que alcancemos nuestra independencia-, ese dinero procedente del esfuerzo de los canarios estará en nuestras manos desde el primer momento.

Sabemos de antemano que estos planteamientos los puede entender una persona normal, pero no alguien políticamente torpe como Paulino Rivero; el gran culpable por inútil y por déspota político de que la juventud se vea obligada a emigrar en masa, de que proliferen las colas del hambre y de que se sigan produciendo muertes en las listas de espera sanitaria. Rivero, lo repetimos, no es presidente por haber ganado las elecciones, sino gracias a unos pactos que ha amañado con los socialistas de Las Palmas; la tercera isla; la de los secarrales y playas peligrosas que ahora, tal vez como castigo de Dios a la maldad de sus dirigentes políticos, padece una plaga de serpientes no autóctonas que hace igualmente peligrosos sus senderos rurales. Solo con el indebido "gran" en su nombre, insistimos en ello, consiguen que algunos turistas incautos la elijan para sus vacaciones. Como cabe esperar, esos visitantes quedan decepcionados de inmediato, pero ya poco pueden hacer frente al timo que han sufrido.

Qué gracia nos hace Barragán cuando dice que en su partido, que es CC, no quieren echarse al monte, pero así no pueden continuar. Claro que no podemos continuar de esta forma. Es un crimen político que Paulino Rivero continúe como presidente y un grave despropósito que Barragán siga ocupando un puesto relevante en el nacionalismo canario, que es un falso nacionalismo mientras no se dé paso a los patriotas. Es una pérdida de tiempo seguir con juegos florales ante los gobernantes coloniales españoles. Que si ahora pido más autogobierno, que si después exijo más soberanía fiscal. ¿De qué sirve todo eso? Reclamen la independencia de una vez y todo lo demás lo tendremos conseguido. Con las medias tintas seguiremos sometidos y en la miseria.