ESTE viejo refrán retrata bien la situación actual, y lo explico. Las relaciones de Canarias con el Estado están atravesando uno de esos momentos delicados para guardar en la memoria colectiva; bien es cierto que ninguno -o casi ninguno- de nosotros recordaba una situación así en mucho tiempo. Canarias, a pesar de ser un destino turístico notablemente importante, sigue siendo de los territorios menos conocidos en España; y digo menos conocido dejando a un lado el conjunto de tópicos bien o mal intencionados que jalonan nuestra particular forma de entender la política. Soy consciente de que le puede resultar difícil entender a un político peninsular la compleja realidad sociopolítica isleña, sobre todo si llega a nuestra tierra sin traer en las alforjas las ya famosas "claves políticas canarias"; claves que -en todo caso- deberían ser aportadas por los compañeros de la "sucursal" de turno en el Archipiélago.

Pero es verdad que los que tienen la obligación de gobernar y tomar decisiones que nos afectan a todos tienen -también- la obligación de estudiarse los "temas" de las distintas comunidades que conforman el Estado español, cada una de ellas con sus respectivas particularidades sociales, económicas y, por supuesto, históricas. No cuesta tanto. El asunto del certificado de residencia es un buen ejemplo de torpeza política e ignorancia supina. ¿A quién del Partido Popular se le ocurrió justificar la medida de marras con la peregrina excusa de que los canarios viajaban mucho y hacen fraude?

La decisión del Ministerio de Fomento de "fichar" a los que usan más de treinta veces el certificado pone de manifiesto el vergonzante desconocimiento de la realidad canaria y la de miles de paisanos que viajan entre Islas, o a la misma Península, por distintos motivos, ya sean estos de carácter sanitario, laboral, deportivo, educativo, etcétera. También desconocían en el Gobierno el viejo aforismo jurídico que afirma sin ambages que "la persecución de la excepción no puede legalizar en ningún caso la sospecha general", tal como vienen haciendo mezquinamente los responsables del ministerio. Para sonrojarse.

Hay datos y cifras que difícilmente se pueden discutir. Canarias recibe mucho menos en inversiones en los Presupuestos Generales del Estado que el resto de las CCAA (264 millones de euros por debajo de la media en los de este año 2012) y no se está siendo nada sensible con nuestras peculiaridades en un momento especialmente grave, con un 33% de nuestra población en paro y con una pobreza creciendo día a día. Aún así, el Gobierno de España sigue recortando en materia de empleo, en el convenio de transporte de mercancías, en el de infraestructuras y con la amenaza latente que ya pudimos comprobar cuando el Senado aprobó, a propuesta únicamente del PP, mantener la subvención al transporte de pasajeros con la coletilla final de "siempre que haya presupuesto"; a buen entendedor pocas palabras bastan.

Igual va siendo hora de plantearnos, tal como vienen apuntando otros compañeros nacionalistas, la organización de un "frente amplio" en el que quepamos las organizaciones políticas de obediencia canaria con una clara visión de futuro y un único objetivo: mejorar las condiciones de vida de la gente que vive aquí. Tenemos que hacerles ver a Madrid y a Bruselas que las medidas que se están tomando con respecto a Canarias nos llevan al desastre y los que tenemos alguna responsabilidad política no nos podemos quedar de brazos cruzados. Somos conscientes de las dificultades económicas actuales, pero también tenemos claro que dentro de la Unión Europea existe una gran diferencia entre las siete regiones ultraperiféricas desde el punto de vista económico y demográfico. Los problemas que continúan aquejando a Canarias necesitan todavía un tratamiento específico y continuo en el futuro; no podemos dejar de exigirlos.

Ya releímos el viejo refrán al principio: "No hay mayor desprecio que no hacer aprecio". Vayamos tomando nota.

Educación, Juventud, Igualdad,

Cultura y Deportes