Hace unos días, un compañero nos pidió que le sustituyéramos en la vista de un procedimiento penal para que acudiéramos al acto del juicio oral. El motivo no era otro que el natalicio de su primogénito. Así las cosas, me encargó directamente la labor de defender a su cliente ante la imposibilidad de acudir él y así evitar la suspensión. Lo que en lenguaje coloquial se llama "por compañero, señoría". Es práctica habitual y costumbre noble que desde que algún compañero nos lo pide se conteste con un sí rotundo. Faltaría más. Así estaremos a la recíproca cuando los suyos viere. Cosas de abogados. Lo cierto es que cuando el procurador nos facilitó los autos resultó ser un asunto curioso. Se trataba de un delito de lesiones. Hasta aquí todo normal y habitual. Pero, en detalle, se trataba de unas lesiones sufridas por la brutal agresión, "paliza", que recibió un joven al pasar por un parque de los que están en nuestros barrios -de esos que visitan algunos políticos y se hacen fotos- y no pedirle permiso al grupo que allí estaba. Como prueba, el lesionado aportó la grabación con su "smartphone" -bendito aparato- de todo lo que le ocurrió. Pudo identificar plenamente a los autores y agresores de la tragedia. Pues, créanme, fue una tragedia. Las lesiones eran totalmente desproporcionadas con lo que se pretendía salvaguardar, que no era otra cosa que la territorialidad.

En el desarrollo del juicio oral disfrutamos de la gran profesionalidad por parte de su señoría. Siempre he dicho que hay jueces de vocación y otros por imposición. Este era de los primeros. Todas las partes nos sentimos cómodas por su buen hacer. Víctimas y verdugos. Se desplegó abundante prueba de cargo y los autores han estado y están ahora en prisión. Las lesiones que sufrió el joven le dejaron como secuelas (recuerdos en su propio cuerpo) pérdida de visión en un ojo, amén de rodilla, pómulo y costillas que soldaron. El perfil del chaval: unos 18 a 20 años, estudiante universitario. No consumidor de sustancias estupefacientes de ningún tipo. Y practicaba como deporte el "skate" (lo digo en pasado, pues ya no puede).

Sus agresores, entraditos en años, pasaban la mitad de los 20. Con indumentaria propia de la película que se está rodando en el sur estos días. ¿Motivo de la agresión de la cual se arrepintieron como cobardes, que son aquellos que no tienen ni valor ni espíritu para enfrentarse a la situación, en este caso, delante de su señoría, a quien prometieron que no lo harían más? Con cara de cordero degollado le oímos decir: "Vengo de una familia desestructurada y es que me tomé unas píldoras..., garimbas y no sé qué más y se me fue la cabeza, me volví loco. Se me cruzaron los cables. Yo no quería sacarle un ojo a este pibe ni tampoco era mi intención darle con una cadena en las costillas y las piernas. Además no lo recuerdo, señor juez. Seguro que cuando intentó huir ciego de un ojo, casi fuera de la órbita se cayó y se rompió las costillas y la pierna. Y además, Sr. juez, éramos ocho que vimos todo lo que ocurrió. Se lo juro, yo no miento. Yo -el cobarde- y mis siete amigos y dueños del parque. Y se lo juro, señor juez, que ninguno le pegamos".

El cuento siguiente es observarlos cómo callaban cuando vieron el vídeo de la agresión; ninguno levantó la cabeza. Y el silencio se apoderó de la sala, mientras se podían oír a través del sistema de audio los gritos y quejidos de la víctima ante la saña de los cobardes.

El parque era y pretenden que sea de ellos. La sociedad no les da una casa para vivir y tienen que coger lo que hay. Por eso cada cual que pasaba por el parque "público" les tenía que pagar. El parque no era de nadie y ahora era de ellos. Todo con varias denuncias de vecinos ante las fuerzas y cuerpos de seguridad. En concreto, la Policía Local del municipio. Dónde andará. También pediremos responsabilidad por omisión.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que desarrollar comportamientos o realizar actividades ligadas a un territorio es propio de grupos homogéneos, estables, cohesionados y en el cual los miembros tienen una fuerte identidad social. Cuando los separas se rompe el grupo.

En estos tipos de grupos la territorialidad cumple una serie de funciones respecto al uso del espacio. Uno de los directores técnicos del procedimiento y del juicio oral -otro abogado, vamos- dijo que se trataba de una tribu urbana; incluso se llego a hablar de secta integrada por los agresores. Yo entendí que no se trataba de lo último, puesto que para las tribus urbanas el territorio suele ser un espacio público convertido en privado por el grupo, donde se defienden de forma gregaria cual lobos. En cambio, en las sectas los territorios suelen ser cerrados, culto a su entorno y de más difícil encaje. Estas tienen un elemento más significativo del grupo y este oscurantismo supone un elemento más de identidad; lo oculto no tiene edificios ni locales cercanos. En la mayoría de los casos están lejos de los núcleos urbanos. Lo cierto es que el territorio es la base de la existencia social de ambos tipos de grupos.

Tribu, secta o como ellos se quieran denominar -en el juicio dijeron que no se conocían, que pasaban por allí-, lo cierto es que dejaron a este chaval cojo y ciego de un ojo para el resto de su vida y todo por pasar por un parque público con notorios síntomas de abandono en todos los sentidos. Dejadez de las administraciones locales, limpieza, vigilancia y cuidado.

Dicho lo cual, iniciaremos sin duda acciones de responsabilidad contra esta desidia por responsabilidad extracontractual de la corporación local, un ente público.

Terminamos el acto del juicio; ahora esperamos sentencia.

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