AHORA le toca el turno de jeringarse y sufrir durante el tiempo que tarde en solucionarse el tinglado que han montado los del "no a todo", para terminar cargándose esas tiendas que son parte de las tradiciones tinerfeñas y de toda Canarias que la gente llama algo tan entrañablemente nuestro como guachinche, que son tiendas modestas en forma de restaurantes sui géneris; negocios de gente oriunda de nuestras islas que llevan el nombre de guachinches, que espero que alguno de nuestros eruditos explique de dónde viene y por qué viene desde tiempo atrás, la original palabra que forma parte del rico vocabulario del que aquí, con poco respeto y auténtica desconsideración, llamamos mago, cuando el lenguaje del campesino fue una transición desde la lengua guanche hasta el castellano actual que se habla en las Islas y que, mira por dónde, también fue traído aquí por esos pobladores que ocuparon las Islas hace seis siglos aunque hablaban el castellano peninsular de los invasores, pero de alguna manera se tuvieron que entender con los aborígenes.

Aunque los guanches casi nacieron y existen desde que casi se poblaron estas islas y no sé si ya se nombraron así en la lengua guanche, que lamentablemente no conozco un solo texto que haya mandado a redactar la Universidad de La Laguna y luego la de Las Palmas. Y de ahí parte el desconocimiento de lengua y costumbres que deberían ser textos que deben estudiarse en primero, y más aún en secundaria, que los bachilleres de mi tiempo hicieron hasta siete y más cursos de latín.

Nunca es tarde para iniciar por parte universitaria estudios de lengua guanche como del castellano que trajeron los conquistadores, aunque de este castellano, por los estudios gramaticales y literarios de los diferentes planes, llegó a los bachilleres de mi tiempo. Lo que no ha llegado aún son nociones de ese lenguaje guanche que nos sería muy útil, aunque en un bachillerato tardío. Así sabríamos el origen de la palabra guachinche y de muchas otras que nos ayudarían a saber más del pueblo guanche.

Y yendo al grano, que es lo fundamental, nos enteramos por el número de este periódico del martes último que, por fin, los ayuntamientos de estas Islas, y posiblemente de los de otras, esperan que se aligere la regulación legal de los guachinches, lo que será como si tirásemos un salvavidas a los pobres guanchiches, que si no se ahogarían en estas aguas turbulentas que persiguen la desaparición de esas tiendas que forman parte de nuestra propia existencia y los del "no a todo", de momento, se quedarían con las ganas hasta que inventen otra cosa.