Hace ya tiempo que me anima la idea de, al escribir una de estas cartas al director, dedicársela a esos partidarios exaltados e intransigentes de una doctrina, o de una o varias personas, que en los tiempos que vivimos podemos situar en el mundo de las creencias, de las más heterogéneas orientaciones políticas, y por supuesto en el agitadísimo del deporte.

Leyendo una biografía de uno de los más importantes y sensibles poetas románticos, el británico John Keats, fallecido en los Estados Pontificios a la temprana edad de veinticinco años, cuyos restos reposan en un cementerio protestante de Roma bajo una lápida de mármol en la que puede leerse "Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua", que había emigrado hasta allí desde la fría Inglaterra para curar la tuberculosis que acabaría con su existencia. Amigo de Shelley y de Lord Byron, dejó escrita en uno de sus poemas una frase que viene a propósito del tema al que he deseado referirme: "Los fanáticos crean su ensueño y lo convierten en el paraíso de su secta". Lógicamente podemos aplicarlo a religiones, partidos políticos o deportes de las más variadas especialidades.

Es cada día más frecuente conocer por los diferentes medios de comunicación cómo el enfoque de temas que no admiten discusión alguna, meridianamente claros, que nunca permitirán dobles interpretaciones, se modifican a gusto del consumidor, haciéndonos sentir inmensamente estúpidos, enormemente necios.

Intenten situarse en esos países con una mayoría absoluta de creyentes mahometanos, a los que de forma progresiva se ha ido anulando la voluntad, convirtiéndoles en seres fácilmente manejables hasta estar dispuestos a ofrecer su vida, protagonizando los atentados más abyectos y extremadamente viles. ¿Cómo puede adoctrinarse a un innumerable ejército de potenciales suicidas, dispuestos a inmolarse con la única satisfacción de causar el mayor número de víctimas, el más grande de los destrozos posible? Amén del asunto de las huríes, que al morir en el combate, ¿qué combate?, les esperan en el paraíso.

Pero es que, sin llegar a tan deleznables, despreciables o reprobables extremos, podemos comprobar cómo dentro de los partidos políticos hay unos sujetos creadores de postulados cuya verdad se admite sin demostración alguna, que son divulgados, repetidos de forma insistente y machacona por miembros de los mismos sin presuponer que al hacerlo sepan que están falseando la realidad. Y digo esto último tratando de no demonizar a todos esos papagayos, que uno prefiere ignorar si realmente los comparten. ¿Cómo es posible que con tanta frecuencia tengamos que escuchar cómo se miente sin el menor sonrojo, ponderando las virtudes de programas o de trayectorias políticas cuando todos sabemos que es mentira lo que nos plantean? ¿Es tanta su estulticia como para no percatarse de que el resto de los seres humanos también están dotados de raciocinio? Es muy posible que nunca se hayan planteado que sus palabras constituyen un auténtico insulto a la inteligencia de los demás, antes bien pensar que los únicos no descerebrados son ellos.

Y qué decir del mundo de los deportes, en el que se han ido sustituyendo los valores ejemplares, y en especial la limpieza en su ejecutoria, por los resultados, haciéndonos recordar aquello del fin, la justificación y los medios, sin que en modo alguno puedan pretender hacernos comulgar con sus falsos razonamientos, no importando en muchas ocasiones la trampa, el engaño e incluso falseando la capacidad de respuesta del organismo.

Estamos obligados a alejarnos de todos estos intransigentes, exaltados doctrinarios, que tratan de imponer sus falsedades, siéndonos indiferente si se las creen o no.

José Luis Martín Meyerhans

No me representan

Llevamos cinco años inmersos en una crisis económica sin precedentes y nuestros políticos no hacen más que dar palos de ciego y recortar, en lugar de invertir en mantener. Tampoco se les pasa por sus cabezas ayudar a las pocas empresas que aún funcionan, no facilitan la creación de nuevos negocios y, desde luego, en su eje de acción diario, siempre se olvidan de uno de los sectores sociales más vulnerables y con el que esta crisis económica que nos azota se ha cebado agresivamente, la juventud. A los jóvenes, en definitiva, nos queda hacer futuro a pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente.

Es de público conocimiento que se recurre como táctica por parte de la casta política, en los tiempos que corren, más si cabe, al uso de las excusas, echar las culpas a los predecesores por la herencia recibida y mientras, dicho sea de paso, no hacen apenas nada por cambiar el panorama. ¡Canarias no merece tener un tercio de sus ciudadanos sumidos en la pobreza, un 15% menos de salarios, encabezar el paro y la cola en la formación!

Asimismo, los políticos palmeros, a mi forma de entender, deberían ser imaginativos, ya que con nuestras herramientas y posibilidades podríamos generar un caldo de cultivo adecuado para la creación de empleo. La Palma no se merece a unos malos gobernantes que sigan obviando las dificultades de su ciudadanía, engordando el Capítulo I (personal político y cargos de confianza) de los presupuestos de las diferentes administraciones insulares, mientras el pueblo pasa hambre.

Siguen, en definitiva, los que no me representan, en sus constantes apariciones mediáticas o en las mismísimas sesiones plenarias, sin presentar una sola política productiva de creación de empleo. Tampoco, ni por asombro, se les pasa por sus cabezas gestionar con rigor, con coherencia, el poco dinero que tenemos. ¿Realmente urgía crear una playa artificial en Santa Cruz de La Palma? Por todo ello, me pregunto lo siguiente: ¿no es vital, para el desarrollo turístico insular, dotar a Fuencaliente con El Remo de la tan anhelada conexión? Dada la tasa de envejecimiento poblacional, ¿no es necesario contar con un centro sociosanitario? ¿Hasta cuándo seguiremos soportando, sufriendo, el desbordamiento del centro de salud de Los Llanos de Aridane, de Urgencias, que da cobertura a todos los ciudadanos del Valle? ¿Cuándo tendremos un hospital comarcal en el Valle de Aridane? Muchas incógnitas, una isla agonizando, estancada social y económicamente, y unos políticos, dicho sea de paso, que le dan poco valor a la palabra, vendiéndonos, constantemente, a bombo y platillo en sus programas electorales con los que han concurrido a las diferentes citas electorales, por ejemplo, la finalización de las obras del Parque Cultural Islas Canarias y del muelle del puerto de Tazacorte, la creación del Auditorio Insular o el famoso puente sobre el barranco de Las Angustias.

Sobre todo lo expuesto, queridos lectores, llego a la siguiente conclusión: ¿cómo encontrarle sentido a que alguien que ha destrozado nuestra Isla e hipotecado el futuro de varias generaciones obtenga la preferencia de los votantes? Por supuesto que, entre muchas cuestiones más, podemos culpar, y culpa hay, al concepto que determinados políticos tienen sobre los medios de comunicación, pues se rigen por la frase de "todo para uno y nada para el otro", ya que la mayor corrupción de los principios éticos de una sociedad se refleja en la capacidad de convivir con la mentira para sobrevivir.

Por eso, cualquier pretensión de cambio y de regeneración ética en nuestra Isla exige la recuperación de un sistema respetuoso de medios de comunicación libres, serios y honrados, en el que sobran los mentirosos y los manipuladores.

Jafet Barreto

(Presidente de Alternativa XXI)

La injusta Justicia

Lo que ha ocurrido, y sigue ocurriendo, con Berta y Antonio, en la calle Ismael Domínguez, 102, en Tacoronte, es el retrato fiel de la absurda irracionalidad a la que puede llegar un proceso judicial.

Me viene a la memoria una frase que he oído desde chiquillo respecto a determinados fallos judiciales: "No, si tiene razón..., pero va preso". Pues bien, esto es lo que está haciendo la Justicia con este septuagenario matrimonio, que no debe nada a nadie y que, debido a una mentira de su vecino, así como a una mala práctica de su abogado defensor y de varios peritos, han perdido su casa.

Parece ser cierto que todos los plazos han concluido y han de ser desalojados. Se ha retrasado por un mes este hecho por manifiesta enfermedad de ambos, pero el próximo mes volverán a querer echarlos.

¿Qué podemos decir de aquellos que cobran por defenderte y hacen justo lo contrario? Me refiero, claro está, a los abogados defensores. ¿Por qué, si ha existido indefensión por mala praxis, no se puede revisar todo el proceso? ¿Por qué se ha de ir contra lo justo?

Existen pruebas contundentes que avalan que todo el proceso se ha basado en mentiras del denunciante y en una mala o nula defensa por la parte de los abogados de los denunciados. Las pruebas a las que me refiero son unas fotografías aéreas que demuestran que la construcción del denunciante es posterior a la de los denunciados; por tanto, es él quien usa los cimientos de la vivienda de Antonio y Berta. En último caso, podría ser que fuera una pared medianera, pero nunca del denunciante, D. Urbano Hernández, que, para más inri, es quien se queda con la casa, subastada por un precio irrisorio.

Ahora, el abogado defensor, de oficio, se rinde. Alega "que no hay nada que hacer, que está todo perdido". Y todo esto no se lo dice directamente a sus supuestos defendidos, ¡no!, ¡sale publicado en este mismo periódico el pasado domingo 28 de octubre!

Por otro lado, está la postura del alcalde de Tacoronte y parte de su grupo de gobierno, que si bien a última hora les han facilitado a una abogada, no han ido más allá en su defensa. El alcalde solo acudió a la asamblea de vecinos del día 25 cuando se le comentó, vía internet, que debía estar allí. Alegó que no había ido porque no había sido invitado; como si alguno de los más de sesenta vecinos asistentes hubiéramos sido invitados personalmente.

Debemos quitarnos el sombrero con la actuación de los vecinos de la calle Ismael Domínguez, de la asociación de vecinos de la misma calle, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y de otros muchos vecinos de Tacoronte y ciudadanos de otros pueblos que acudimos a evitar el desalojo. Tiene que existir alguna fórmula que haga posible la revisión del caso. Todo esto debemos hacerlo antes de un mes. Si no se soluciona en este plazo, el próximo mes, cuando pretendan echarlos, estaremos todos allí, de nuevo, para evitarlo.

Cristian J. González Dorta

(Tacoronte)