AQUÍ, o jugamos todos y sin trampas rastreras o rompemos la baraja. Primero fue el intento de Las Palmas de ser la cabeza del inventado distrito universitario único de Canarias con base en la novísima Universidad de Las Palmas, arrebatando a la Universidad lagunera su antigüedad de siglos y su alta calidad en los estudios de las materias que ofrece, gestión que llevó a cabo, pero fracasó, el destacado canarión socialista José Miguel Pérez, segundo de a bordo en el Gobierno de Canarias, como pago de la factura de mantener a Paulino Rivero en la Presidencia del Ejecutivo. Luego fue desposeído, canallescamente, nuestro puerto del derecho -y concedido al de Las Palmas- de un beneficio europeo en materia de tráfico; y, finalmente, en estos días nos enteramos los canarios y, cabreadamente, los tinerfeños de que 79 millones ha donado la Unión Europea a su predilecto puerto de Las Palmas.

Madrid, o sea el Gobierno de Rajoy, ha destinado setenta y nueve millones de euros por influencia de la señora ministra de Fomento, doña Ana Pastor, quien se desplazó a Canarias para inaugurar el llamado Dique de la Esfinge y la ampliación del muelle de trasatlánticos del puerto de La Luz, anunciando una inversión que casi triplica los treinta millones de euros previstos para el puerto de Santa Cruz, y la señora Pastor tiene la cara de cemento armado de decir que "el Estado ha tenido en cuenta cuáles son las necesidades de las Islas", precisamente en el mes en que está previsto, según se ha anunciado en este periódico, que se alcance el récord de trasatlánticos de turismo, mal llamados "cruceros", en el puerto tinerfeño, con primeras visitas de varias unidades de gran porte, algunas de las cuales han arribado ya. Así que el Estado lo que ha tenido en cuenta es un favoritismo injusto, sucio y trapero a favor de Las Palmas, cuando el puerto santacrucero ha sido, desde siempre, y sigue siendo, una de las escalas obligadas de los grandes trasatlánticos en viajes inaugurales como el "France", entonces el barco de mayor eslora del mundo, con 315 metros; los italianos "Raffaello" y "Michelangelo", el "Queen Elizabet II" y otros.

No sé cuándo terminará este descaro manifiesto que no favorece a ninguno de los dos puertos, pero menos al de Las Palmas, cuyo descaro puede pasar a cosas peores, porque ya son inadmisibles esas injustas diferencias, y las autoridades y el mismo pueblo de Santa Cruz están ya al límite de su resistencia.