LA REPENTINA muerte de Antonio Cubillo (q.e.p.d.), pese a su precario estado de salud tan preocupante, no dejó de sorprendernos a todos los canarios (algunos inclusive se han alegrado); no solo por lo inesperado del óbito, sino por la pena y el desconsuelo de que el referente indiscutible del independentismo canario no viera culminada su obra, por la que casi dio su vida. De ahí que el fallecimiento de Cubillo plantee, en mi opinión, una serie de interrogantes que, por el bien de nuestra querida patria canaria, sumida en la más grave y desastrosa crisis de su historia, en todos los aspectos, debemos despejar cuanto antes.

Porque si bien es cierto que nadie en el campo nacional canario cuestionaba la emblemática figura de Antonio como incansable luchador por la independencia de nuestra tierra, no es menos cierto que Cubillo fue dejando muchos cadáveres políticos en el camino. Y no me refiero, por supuesto, a las víctimas de la terrible catástrofe aérea de Los Rodeos, no atribuible, en absoluto, al petardo que explosionara en la floristería del aeropuerto de Gando, sino a una serie de despropósitos, desaciertos y casualidades que desembocaron en la terrible tragedia que nos conmovió a todos, y que constituyó uno de los más graves accidentes de la aviación comercial.

Aquí no se trata, pues, de ninguna manera, de hacer leña del árbol caído. ¡¡Desde luego que no!! Pero todos los patriotas canarios consecuentes estaremos de acuerdo en el hecho incuestionable de que el independentismo canario que encarnaba en primera persona el malogrado Antonio Cubillo nunca avanzó más allá de donde llegaron él y sus acólitos después del execrable atentado de Argel; primero con el MPAIAC, y luego con su Congreso Nacional Canario (CNC), a imagen y semejanza del Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela, aunque ¡¡menuda diferencia!!

Y si bien en su día sus biógrafos e historiadores (el eco mediático de su muerte ha sido impresionante) harán un estudio más exhaustivo y riguroso de la figura histórica de Antonio Cubillo, yo, como compatriota, me siento concernido sobre el futuro del independentismo canario, por lo que quiero destacar aquí y ahora que el verdadero y auténtico nacionalismo canario (¡¡que viene de nación, no de "nacionalidad"!!) está absolutamente estancado, enfrentado y dividido, por culpa, precisamente, de Antonio Cubillo. Cuya impronta y quehacer político distaba mucho del auténtico e incontestable líder nacional, brillando por su ausencia el consenso, la concordia y el talante aglutinador que presidieron sus actuaciones con el espectro político nacionalista. Quizás porque él, Antonio, decía sin ningún rubor: "Yo soy independentista, no nacionalista". Una auténtica "boutade", que se correspondía con sus famosas ocurrencias. Seguramente, para distanciarse y marcar la diferencia con los autonomistas del PNC, CC, CCN, NC y otros, que tienen el cinismo y la poca vergüenza de proclamarse nacionaliastas sin serlo realmente; aunque sí es verdad que han ocupado de forma subrepticia el espacio político nacionalista con la anuencia y complicidad de Madrid, capital de la metrópoli, para frenar el avance del independentismo que, por otra parte, es consustancial con nacionalismo y viceversa. ¿Qué verdadero y auténtico nacionalista no desea que su tierra, colonizada por una potencia extranjera desde hace seis siglos, no sea libre y soberana? Claro que para ello hay que partir, sin paliativos, de la base argumental que supone el reconocimiento del estatus colonial de Canarias, y no de la falsa premisa de que el Archipiélago canario es una "autonomía" del Estado español, o que somos una región ultraperiférica (RUP) de la Unión Europea, como si esa denominación no fuera en sí misma una aberración política y una contradicción geográfica.

La pregunta del millón es, por tanto, ¿y después de Cubillo qué? Según han dicho algunos medios, el extinto presidente del CNC habría dejado un "sucesor" en la persona del compatriota Pedro Medina Calero, actual consejero del CCN en el Cabildo de La Gomera; y una "valiosa herencia" en el proyecto de Constitución que elaboró él solo, sin haber comentado nada sobre el particular con el resto de las fuerzas nacionalistas. Sea como fuere, el caso es, repito, que el espectro nacionalista canario está totalmente atomizado, desunido y enfrentado; donde proliferan los pequeños partidos, sin apenas militantes, y donde los personalismos y los protagonismos son una constante. Y donde se ha instalado el nefasto y disgregador debate político -¡¡que no toca ahora!!- entre los que defienden una supuesta "Canarias, libre y socialista" y los otros; cuando ese debate estéril, que produce indeseables discusiones bizantinas, debe quedar relegado a un segundo plano (para cuando seamos independientes y haya elecciones libres y democráticas, con listas abiertas, a las que se presenten todos los partidos que cumplan con las normativa establecida al efecto).

¿Cómo puede articularse un nacionalismo fuerte, compacto, participativo y coherente, con un solo y unívoco discurso, si los autoproclamados líderes de esas formaciones son incompatibles entre sí y encima ellos mismos se vetan unos a otros, y ni siquiera se hablan? ¡¡Esa es la cruda y triste realidad!! (ver en la red, mi serie de artículos publicados hace años en el desaparecido periódico La Gaceta de Canarias, titulada monográficamente "¿Qué es del nacionalismo canario?).

En consecuencia, y desde el mismo momento en que Antonio Cubillo Ferreira sea enterrado -o incinerado- con todos los honores que le correspondan y se le quieran dispensar a título póstumo, a los que me sumo gustoso, todos los nacionalistas que queremos -como no puede ser de otra forma, tratándose de nacionalistas- la independencia de Canarias, que es lo normal y políticamente correcto, debemos unirnos sin dilación: de forma colectiva, con las siglas que sean, e individualmente (los que no militamos en ninguna formación política, como es mi caso) para consensuar un solo punto de la estrategia futura, ¡¡al margen de cualquier debate ideológico!!

Se trata de que, de una vez por todas, y ante la inacción que nos ha precedido en todo este tiempo, de que el Campo Nacional Canario en bloque, reunido en multitudinaria asamblea, tagoror, o como se le quiera llamar, ¡¡como una sola y potente voz!!, proclame en un claro, nítido e inequívoco comunicado, a los cuatro vientos y a la comunidad internacional, la independencia unilateral de Canarias. Para posteriormente designar un grupo de patriotas cualificados que negocien con España el correspondiente traspaso de poderes para la constitución de la futura República Federal Canaria, como propugnaba el propio Cubillo.

Y si alguien de los partidos políticos representados en el llamado Parlamento de Canarias (un antro político donde todavía continúan en sus paredes los frescos de los conquistadores castellanos con la espada en el cuello de los aborígenes canarios de rodillas) se atreve a cuestionar la legitimidad de ese acto, que ellos, que dicen ser los "representantes del pueblo canario", lo hubieran hecho antes. Es perfectamente legítimo que un amplio espectro del nacionalismo canario ortodoxo proclame de forma unilateral la independencia de Canarias al margen del sistema político-jurídico español y se erija, con su masa social detrás, en el interlocutor válido en el proceso emancipador que nos ocupa. ¡¡Todo lo demás será seguir engañando a nuestro pueblo, atrapado en la telaraña de esos falsos partidos nacionalistas, y del entramado colonial español!!