Me comenta un apreciado colega que Carlos Alonso, vicepresidente del Cabildo de Tenerife, utiliza el tranvía incluso a diario. e parece bien y sería bueno que cundiese el ejemplo. Los problemas de una isla, de una región o de todo un país no se resuelven si sus dirigentes se bajan del coche oficial para subirse al transporte público. Ojalá las cosas fuesen tan fáciles. Además, a muchos actos simplemente no se puede ir en tranvía o en guagua. En taxi, sí. Aunque yendo en taxi habría que enviar al paro a los conductores de los coches oficiales. Al final, un lío; un enorme embrollo que hunde sus raíces, desde hace décadas, en generar más empleo público del que es estrictamente necesario.

No obstante, usar el transporte colectivo de forma generalizada sería un buen ejemplo.

En cuanto a lo de generar empleo público innecesario -la otra faceta de este asunto- estamos ante una práctica a la que no ha sido ajeno el Cabildo tinerfeño; apreciada institución que el sábado celebró su centenaria existencia. Un acto que aprovechó el presidente elchior para pedir más competencias. ¿ás competencias para seguir creando empresas públicas que compitan con las privadas? Si es así, mejor apaga y vámonos. Eso significaría que algunos todavía no han entendido que los países que funcionan son aquellos en los que las empresas sostienen al Estado -con sus impuestos- y no aquellos otros, verbigracia el nuestro, en los que la Administración sostiene a muchas empresas vía subvenciones. Sobra añadir que para que las empresas puedan pagar impuestos en vez de necesitar ayudas resulta imprescindible que exista el marco adecuado para desarrollar su actividad. Por ejemplo, infraestructuras y una carga fiscal que no las estrangule.

Viene esto a cuento porque añade mi estimado colega que el vicepresidente de la Corporación insular "es un tipo formidable, un todo terreno, buen encajador que mantiene la mente lúcida en todo momento". No lo dudo. A Carlos Alonso le reconozco el mérito de haber incluido al puerto de Santa Cruz en la red europea y evitar que nuestros "hermanos" canariones se quedaran con todas las subvenciones. Una labor exitosa y elogiable en la que tuvo un protagonismo importante, al igual que otros políticos tinerfeños, empezando por Ricardo elchior y siguiendo por el alcalde Bermúdez que, dicho sea de paso, fue el primero en plantarle cara a las pretensiones de la isla amarilla. Pero de ahí a la excelencia formidable en la gestión media el diámetro de una galaxia. Grandes gestores, grandes capitanes de empresa no son solo gente como Amancio Ortega, Isidoro Álvarez o Emilio Botín; lo son también los comerciantes anónimos que luchan día tras día para mantener sus empresas abiertas y no mandar al paro a sus empleados.

Ese es el gran mérito. Lo otro, administrar el dinero público -disparar con pólvora del Rey, como se decía antes- es fácil esencialmente porque si al final del año a uno no le cuadran las cuentas, se suben los impuestos o se les quita a los ahorradores, como acaba de ocurrir en Chipre, un porcentaje significativo de sus ahorros. Cierto que el Cabildo carece de competencias para subir impuestos o establecer un corralito bancario, pero sí tiene voz para presionar a quienes pueden hacerlo. O al menos la tiene para pedir más competencias.

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