- Si echamos mano de la ironía, o de la metáfora, lo que ha hecho Paulino Rivero con la gestora de CajaCanarias es, en sí, una obra social. Porque ha dado entrada en ella a reconocidos mamuts de la política, jubiletas o a punto de serlo, con la excepción del tal Becerra, que se gana bien la vida en Gestur y en sus cosas. Los demás pasan, o casi, de los setenta años, creo yo, con lo cual juventud sí es verdad que no aportan a la cosa. Aunque por lo que se ve -y por las prisas-, sí mucho entusiasmo. Con lo cual, estoy de acuerdo con un amigo que dice que la gestora aún oficialmente non nata (porque no tiene cometido, de momento) es, per se -y perdón por el latinazgo-, una obra social de Rivero y del PSOE. Los sociatas han aportado dos reconocidos veteranos de la Primera Guerra Mundial, la Pelayo y Juan Alberto Martín Martín -cuanto más viejo, más ruin-. Y es que hoy tiendo al ripio. Voy más lejos, yo creo que la Pelayo estuvo en la guerra del Rif contra Ab El Krim y Martín Martín era fusilero de corazas del rey Alfonso XII. Daranas y Marisa, por CC, están igualmente talluditos, y Becerra tiene la edad indefinida del hombre de negro.

2.- Pero lo más gracioso es que Rivero telefoneó hace un par de días a Álvaro Arvelo para ofrecerle dos o tres puestos en la gestora -ampliarla, vamos- y Arvelo se negó. Lo sé por el PP, que está enterado de todo, aunque no lo dejan participar en nada. Si el Gobierno de Canarias hubiera querido una gestora no partidista podría haber designado personas sin adscripción política, sin una vida llena de cargos y sin tanto significado. Pero, no. Se trata de politizarlo todo. ¿Qué pretende Rivero, que como la Caja Insular de Las Palmas no pudo tener su fundación que sea la de Tenerife la que le eche de comer a los canariones? Que ni chiquita cara tiene el de El Sauzal. Aquí, mis hijos, nos conocemos todos. Si en la provincia tinerfeña hubiera huevos ya estaríamos todos en la calle y con pancartas.

3.- Esto será cosa de pocos días, hasta que la jueza resuelva sobre la suspensión cautelar, pero luego vendrá un contencioso que durará años. Porque el atropello a la sociedad tinerfeña ha sido de campeonato. Es curioso cómo algunos periodistas que se manifestaban indignados con la intervención de Rivero en la Fundación CajaCanarias ahora están virando, rolando, a medida que reciben los merengues del Gobierno. Bandejas de dulces, no sé si ustedes entienden. Y es que hay gente muy golosa. Hombre, yo sé que rectificar es de sabios, pero de esa manera tan redonda, a uno, la verdad, le causa una cierta urticaria; picazón, vamos a decirlo así. Bueno, pues eso, una obra social.

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