1.- Me da vergüenza pensar que un conflicto personal entre Paulino Rivero y Álvaro Arvelo, cuyo origen desconozco, haya llevado al presidente del Gobierno a expropiar la Fundación CajaCanarias para entregarla a Las Palmas. Quien opine que lo que digo es un disparate, que se fije en la figura del editor Juan Francisco García González, ahora amigo de Paulino (mañana, Dios dirá), aplaudiendo la decisión con las orejas desde su rotativo "Canarias 7", que cuando se creó tenía "vocación regional". El canarión siempre enseña la patita, tarde o temprano, y las definiciones y los proyectos los adapta sin pudor a sus intereses. Hablo en general. La Fundación CajaCanarias, por mandato de Paulino -que manda sobre el Protectorado de Fundaciones, que preside Hernández Spínola-, sustituirá a la non nata Fundación de la Caja Insular de Las Palmas, que no se pudo crear por falta de patrimonio y de medios de subsistencia. Es decir, se nos roba a los tinerfeños una institución que es nuestra, desde el propio Gobierno que tiene un presidente tinerfeño, para entregarla a Las Palmas. De ahí el aplauso orejero de Juan Francisco, un hombre de graves filias y fobias, un personaje de cuidado. Hoy es amigo de Rivero; mañana puede ser su enemigo feroz. Que no se olvide de esto el mago de El Sauzal.

2.- ¿Y qué pasa ahora? Pues que un auto judicial muy flojo -las fuentes jurídicas consultadas lo estiman lleno de contradicciones-, que desestima la pretensión del Patronato de CajaCanarias de suspender cautelarmente una decisión del Gobierno, abre una guerra entre tinerfeños. Qué barbaridad. Y sume a la propia fundación en un limbo. ¿Qué hacer? ¿Recurrir el auto al Supremo? Dos años. ¿Qué, entonces? ¿Plantear un nuevo contencioso sobre la ilegalidad de la gestora? Otros dos años, como mínimo. ¿Dejar que el contencioso presentado discurra por los cauces habituales? Tres, cuatro, cinco años. De todo esto estaba informado Rivero, cuyo objetivo prioritario era cargarse a su antiguo amigo Arvelo. ¿Por qué? Pregunten a Paulino Rivero, yo no tengo ni idea. Lo que sí sé es que el Patronato de la Fundación CajaCanarias cumplió los plazos fundacionales rigurosamente.

3.- Hay otra cuestión, planteada por el PP. Que Rivero quiera esa fundación para acumular poder y para manejar presupuesto. Desde luego, la gestora política nombrada da vergüenza en sí misma. No por la honorabilidad de sus miembros, que Dios me libre. Sino por su asqueroso partidismo. Todos ellos han sido cargos públicos de Coalición y del PSOE. ¿A quién quiere engañar Rivero? A mí no, desde luego.

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