De nuevo una portada de EL ÍA refleja lo que supone para estas Islas el desgobierno -pues no podemos hablar de gobierno- ejercido por Paulino Rivero y sus compinches políticos. Nos referimos a nuestra primera página de ayer: el paro sube en Canarias y baja en España. ¿Alguna objeción? Por supuesto que no; a nadie le puede resultar extraño que una colonia, como lo es este Archipiélago, se lleve la peor parte de una crisis económica que se prolonga ya demasiado tiempo. Mucho tiempo pasando penurias en países mal administrados y en los que, encima, no se trabaja, como es el caso de la Metrópoli que nos sojuzga desde hace seis siglos.

A ver qué español, o qué canario que se sienta español, españolista, fiel a España o amante de la españolidad puede rebatirnos el hecho incuestionable de que los territorios sometidos colonialmente son los que más sufren los vaivenes de la economía. En realidad, no sabemos cómo es posible a estas alturas, con lo que está pasando, que alguien nacido en Canarias de padres canarios prefiera ser un remedo de lo que nunca ha sido -un español- en vez de un isleño con identidad propia. ecir que somos españoles es un disparate tan grande como afirmar que somos lituanos, o malteses, o monegascos, o ciudadanos de San Marino. ecir que somos españoles es algo que no se cree nadie. Ni siquiera se lo creen los españoles, que se ríen de los canarios -a sus espaldas para no ofenderlos- cuando le oyen decir a alguien nacido en estas Islas que es español.

¿A quién le puede sorprender que compartamos las estadísticas del paro que nos azota con los territorios franceses de ultramar? Europa creó las regiones ultraperiféricas para disfrazar a sus colonias, pues supone una ignominia mayúscula tener territorios ocupados en pleno siglo XXI. e forma paralela, la Constitución española disfraza a Canarias de comunidad autónoma. Por eso hemos afirmado en otras ocasiones, y lo repetimos hoy, que estamos sometidos a una doble colonización. La española, que es la más cruel, y también la europea. No obstante, Paulino Rivero, que por su escasa capacidad política no se entera de casi nada, considera un mérito y una ventaja que Canarias sea una de las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea. El presidente del Gobierno regional ni siquiera se entera de que es un nativo; un negrito con la piel blanca y vestido a la europea en vez de usar taparrabos, pero un indígena. e la misma forma que no hay franceses de ultramar sino ciudadanos libres de unos países indebidamente colonizados por Francia, tampoco hay españoles de Canarias sino isleños sometidos al yugo español. El alto paro que soportamos es, lo reiteramos, la consecuencia más dramática de esta injusticia.

Somos canarios de Canarias que no podemos reflejar nuestra identidad de isleños en nuestros pasaportes porque estamos encadenados a España. Esa falta de libertad, unida a la rapiña de los invasores, es una de las causas del hambre que sufrimos. La otra causa es, como decíamos al principio, la malísima gestión de un político sin sentido común, pues no tiene sesos en su cabeza sino manteca de cerdo. Ante estas circunstancias, lo extraño no es que estemos mal sino que no estemos peor.

Ayer publicábamos las opiniones sobre el paro de algunos políticos, sindicalistas y representantes de organizaciones empresariales. Muchas de esas opiniones son obviedades que todos sabemos, cuando no babiecadas. Uno de los que opinaban es el presidente de la CEOE-Tenerife, José Carlos Francisco. Un hombre políticamente condicionado que se muestra partidario de seguir aplicando medidas de flexibilidad laboral. ¿ónde están esas medidas? ¿ónde está el cambio laboral? ¿Por qué no damos de una vez el paso al despido libre que existe en los países más desarrollados? Esta decisión, en contra de lo que pueda parecer, no va en contra del buen trabajador. Ese siempre será apreciado en las empresas. La liberación del despido serviría para acabar con los gandules que se refugian en los comités de empresa para que no puedan despedirlos. Esos trabajadores no solo engañan al empresario; también timan a sus propios compañeros. Ningún patrón finiquita a ningún empleado que sea eficiente y honrado. espide a los holgazanes. Lo más lamentable es que José Carlos Francisco, en su día gran amigo de Adán Martín, sea ahora un devoto acólito de Rivero y su comparsa. ¿Cómo se puede ser adepto al político que ha caído sobre Canarias como un rayo que todo lo carboniza?