Una carta, una llamada y un vis a vis. Todo en el corto espacio de una hora. Uno me dice a la cara -es de agradecer la sinceridad- que mis más recientes artículos han sido flojitos. La carta, enviada desde de Santa Cruz, me recuerda que, habiendo tantos y tan graves problemas políticos en España, en Canarias, en Tenerife y en mi propio Garachico, yo no haya entrado en el asunto. En una llamada desde Granadilla, concretamente desde San Isidro, se me pide que vuelva, por favor, a los temas gramaticales y abandone todos los demás. Como verán, algo muy parecido a lo que ocurre en el Real Madrid con Mourinho, Casillas, Sergio, Pepe, Karanka y compañía, que no hay modos para que se pongan de acuerdo.

Entre los tres mensajes, orales o escritos, elijo la llamada granadillera para complacer a mi amigo Baltasar, quien me llama con cierta frecuencia pidiéndome que dedique todo mi tiempo literario a esas cosas llamadas oraciones pasivas reflejas, gerundios y demás cosillas. Sobre todo me pide que no me olvide de las concordancias inverosímiles.

Empiezo con dos frases leídas en la revista XLSemanal: "Los tiempos cada día se nos ponen peor" y "Los ejecutivos españoles son los mejores pagados". Siento decirle, amigo Baltasar, que esto de escribir la palabra peor en singular y el vocablo mejores en plural me ha dejado perplejo. Así que no sé por cuál inclinarme. ¿Ve como hoy no puedo ayudarle, pese a mis deseos?

En la misma revista ha escrito esto el académico don Arturo Pérez Reverte: "Después del fracaso del intento de Invasión de Inglaterra en 1588...". No se me ocurre pensar que la frase no sea correcta. Pero, ¿le gusta a usted que todo un señor académico haya repetido en un solo renglón cuatro veces la preposición de?

En el número 1.326 de la misma revista escribe don Manuel de Prada las palabras enviscándolas y resacosas. Es posible que sean palabras normales, pero yo acabo de conocerlas, lo que pone de manifiesto lo de mis ignorancias.

Don Mario Vargas Llosa ha escrito en un artículo publicado en "El País" la palabra írritos, con tilde en la primera i porque es una palabra esdrújula. Como desconocía tal voz, consulté el DRAE y me dice: "Inválido, nulo, sin fuerza ni obligación". Me pregunto: ¿utilizarán todos los peruanos tal palabreja o es dueño y señor de ella don Mario? Tampoco lo sé.

Según don Eustaquio Villalba, autor días pasados y en este mismo periódico de un amplísimo e interesante artículo sobre don José Viera y Clavijo, el gran historiador realejero escribió en la introducción: "Se puede aventurar conjeturas que no nos darán la clave". Yo hubiera escrito el verbo poder en plural. Porque las conjeturas pueden ser aventuradas. Pero yo no sé, amigo mío, si estoy en lo cierto. Mi frase hubiera sido esta: "Se pueden aventurar conjeturas" en lugar de "se puede". Lo que pasa es que hablamos del siglo XVIII, cuando don José Viera y Clavijo era todo un personaje, pero no sé yo si existían entonces las oraciones impersonales y las pasivas reflejas. Uno lo ha escrito aquí quinientas veces, pero me creo que el señor Viera y Clavijo no se dignó leerme. ¡Allá, tan lejos!

A mí me da la impresión de que la gente no lee estas cosas. La asignatura llamada Lengua Española es un poco aburrida, por lo que se ve. Pero lo de entrar en política da muchos disgustos. Sobre todo en la política local. Prefiero seguir enamorado de la Gramática.

Observará mi amigo sureño que le he hecho caso, que me he olvidado de todos los temas habidos y por haber solo por complacerlo. Ya veremos, amigo, en qué queda todo. Yo soy pesimista, ¿Y usted?