A diario nos vemos obligados a escuchar que para salir de la triste situación político-económica en que nos encontramos, resulta muy necesario, e incluso poco menos que obligatorio, llegar a acuerdos, lógicamente con concesiones mutuas.

Dicho de esta manera, propugnar un consenso, el asentimiento o aprobación de todos los miembros de un colectivo, o en su caso de los partidos que constituyen nuestras cámaras, no sería realmente irrealizable. Sin embargo hay que considerar muy seriamente que si queremos que no surja la menor sospecha de desconfianza, e incluso de perplejidad, es obligatorio el cumplimiento de lo pactado, huyendo de todo lo que pueda hacer presuponer a la otra parte que dicho acuerdo peligra pudiendo arrastrar a una ruptura.

El Partido Socialista no ha demostrado poseer una habilidad extraordinaria para encarar pactos, para afrontar compromisos, pero es que el otro gran partido, el Popular, que en la oposición ya pretendía imponer sus postulados, ahora en el gobierno, y con una mayoría absoluta, no permite que nadie estudie enmendarle lo más mínimo la plana, ni aceptar tan siquiera la menor sugerencia. Está en posesión de la única verdad.

Leyes como las nonatas aún de la educación o del aborto, sin aquiescencia de los demás partidos, conducen inexorablemente a la desaparición de las mismas en cuanto quien la impone pierda la superioridad parlamentaria, con la hecatombe legal que ello supone. Pero es que si los compromisos, en principio, deberían ser nacionales y de esta manera se enfocan, ya me dirán ustedes qué diablos de pactos pueden llegar a lograrse cuando después de presumir nuestro presidente de ser el amo del hispano corral, al asomar las napias fuera de nuestras fronteras, ha de trocarse en modesto capón obligado a someterse a la dictadura del amo del gallinero, que en esta más que original situación es una hermosa gallina, que tampoco admite que sería conveniente escuchar a algún que otro economista no teutón, de los muchos que opinan que la ruta marcada deriva de manera más que manifiesta hacia la catástrofe.

Deben meditar muy seriamente que aunque exista el arrepentimiento, aunque pueda reclamarse el perdón, nadie está facultado para maltratarnos cuantas veces le apetezca.

José Luis Martín Meyerhans

Nuestros científicos se van

Valentín Martínez Pillet, que ha venido desempeñando el cargo de director del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), va a hacerse cargo de la dirección del Observatorio Solar Nacional de EEUU, institución de primerísima línea y reconocido prestigio en el ámbito de la investigación.

Nuestra felicitación porque, como él bien ha dicho, tiene una oportunidad única en el aspecto profesional, un reto "imposible de rechazar". Valentín es un claro ejemplo de dedicación, superación y amor por su trabajo y su enorme mérito es haber sido seleccionado de entre todos los científicos de su campo a escala mundial, con el añadido de la competencia de otros colegas "que jugaban en casa" (entiéndase de nacionalidad estadounidense), lo que supone un plus de dificultad a la hora de su designación. Es motivo de orgullo para todos que un español acceda a un puesto tan relevante en el mundo de la ciencia, aunque nos apena que, a pesar de que Valentín lo ponga en duda, se siga produciendo una persistente fuga de cerebros dada nuestra actual situación socioeconómica, que conlleva esta constante sangría de profesionales cualificados en busca de mejores horizontes.

Le deseamos una feliz estancia y grandes logros en su nuevo destino confiando en que, dado su arraigo familiar y personal en Tenerife, sea un viaje de ida y vuelta a medio o largo plazo, y que la adquisición de nuevos conocimientos y el desarrollo de futuros programas permitan dar un paso de gigante al resto de nuestra comunidad científica local y nacional ya que las puertas del Astrofísico de Canarias quedan abiertas para un más que posible regreso llegado sea el momento. ¡Ànimo!, Valentín y mucha suerte.

Eladio Frías Tejera