Abusamos de ella. Porque es muy fácil, desde fuera, proponer lo que sea para la economía, la política o para ambas. Ya nos cuidaríamos de no hablar a la ligera si nuestra palabra fuese ley. Abusamos, insisto, y yo el primero, en señalar a los (supuestos) culpables, en denunciar el inmovilismo cruel y la escasa visión. No puede ser. Estoy seguro de que nos faltan datos, condicionantes y otra mucha información crucial para el diagnóstico, por tanto, erramos las conclusiones. El opinador peca de palabra. Pido perdón con dolor de corazón y propósito de enmienda.

Método. El presidente Rivero y su equipo de gobierno plantean un modelo teórico para Canarias, continuista, bien es cierto, pero modelo al fin y al cabo. Pretendo aquí refutarlo mediante un contraejemplo, tal y como postula el filósofo alemán Karl Popper con su principio de la falsabilidad: si no pudiera ser refutada, la teoría quedaría corroborada. El método se entiende muy bien con un simple ejemplo. Sea cual sea la cantidad de fulas negras que veamos, no podemos afirmar que "todas las fulas son negras". En cambio, bastaría encontrar un sola que no sea negra para concluir que "no todas las fulas son negras". Así avanza el pensamiento humano; busquemos, pues, la fula amarilla en la política autonómica. (De estas cosas discutían Hilario Rodríguez y Efraín Medina en el último congreso de CC).

Esfuerzo. Cuesta tomarse en serio la política de don Paulino aunque hagamos el esfuerzo de comprender qué encierra su comportamiento y minimicemos la evidencia de tantos contraejemplos. Cuesta aunque viajen disfrazados el paro, el fracaso escolar, las listas de espera y todo el resto de asuntos intratables en una columna como esta, de marcado talante positivo. Queda claro que el método científico no se usa en la política actual, o eso parece, porque si repetimos un experimento en las mismas condiciones del entorno, lo propio es obtener idéntico resultado. Aquí nos empeñamos en esta regla, llevamos décadas de espera con la misma argumentación, con la misma cantinela ultraperiférica de tan nefastos resultados. Repetimos el REF pedigüeño, la intervención en el mercado turístico y la burocracia en los usos del suelo. Todo trabas a cambio de unas supuestas prebendas que consiguen mantenernos primeros en el ranking de los más pobres.

Estrategia. Esfuerzo de imaginación, porque si diéramos por buena la política actual del Gobierno de Canarias la pregunta sería cómo. Cómo sostener el entramado administrativo mastodóntico, cómo dar cobertura social a las personas que lo necesitan, cómo atraer la inversión de capitales para la generación de empleo. "El dinero se le pide a Madrid y a Bruselas", esa es la estrategia para los próximos años. Mientras, subsiste el oligopolio en el transporte entre Canarias y península, la aduana de entrada y de salida, el AIEM para recaudar, facilitar la competencia a nuestros industriales y encarecer la cesta de la compra, las subvenciones al plátano sin ánimo de reconversión. Fulas amarillas y elefantes rosa. No pienses en un elefante rosa.

Valentía. De la que andamos tan escasos. A meterle mano a las administraciones locales no se atreve ni el PP con mayoría absolutísima. La nueva ley quedará sobre la mesa hasta que obligue Europa; al tiempo. Porque, por desgracia, somos un país de dictaduras que funciona con la imposición, en donde prevalece el interés de unos sobre el interés general. No hay un solo alcalde -de los ochenta y ocho que hay en Canarias- que dé un paso al frente y reconozca que su puesto sobra, que los vecinos no pueden pagar lo que cuesta la estructura municipal, y que esté dispuesto a afrontar la fusión con los ayuntamientos limítrofes, como indica el sentido común en época de estrechez. A lo mejor mañana alguno nos sorprende.

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