Fernando Graciariódico ha dado, día a día, en su sección de sucesos los detalles del juicio que entra mañana en su tercera semana en la península. Mas hoy quisiera contarles que he viajado a Córdoba (Andalucía) para estar tres días presente en la sala del tribunal donde se está celebrando y poderles contar en primera persona lo que he sentido frente al presunto parricida José Bretón.

Me he sentado junto a uno de los más brillantes periodistas que se especializó en criminología, Francisco Pérez Abellán, con quien compartí muchos años mesa en la sección de sucesos en "Diario 16" y anteriormente en el mítico diario "Pueblo" y hoy ocupa una cátedra de Criminología en la Universidad.

Como es lógico ambos tenemos cientos de corridas toreadas en las salas de juicios de toda España, y hasta una supuesta "amistad" con todo tipo de delincuentes y por supuesto asesinos. Esto suele ocurrir con frecuencia cuando uno se sumerge en el terrible mundo del suceso como periodista e investigador, al igual que se termina entrando por los domicilios de los grandes artistas como si fuera tu casa cuando diriges la sección de espectáculos.

Me encontré a muy pocos metros del lugar donde se sentaron el letrado del presunto culpable, el abogado José María Sánchez y sus ayudantes, al lado del banquillo de los culpables. Se abrió la puerta y entró en la sala Bretón acompañado de dos policías cordobeses uniformados que ocuparon sus respectivos asientos.

No es fácil transcribir la sensación que produce un cuchillo de hielo rasgándote el corazón, ni tampoco la sensación producida al ver salir de la enorme cámara frigorífica el cadáver de un ternero, pero les aseguro que yo sentí mucho más frío, muchísimo más frío.

Es, en directo, un hombrecillo de pecho hundido, de brazos flacos y de piernas huesudas que bailan en las estrechas perneras de sus pantalones. ¡Pero que terrible saco de criminalidad puede soportar su cuerpo!

La mirada, su terrible mirada de muñeco de película de terror, es inquietante, y lo asegura quien la ha cruzado con docenas de asesinos, incluidos los responsables de la cruel violación y muerte de las tres niñas de Alcáser.

No pestañea, no mueve un músculo, sus manos permanecen escondidas debajo y entre las piernas, y ojo cuando, sin mover un milímetro su cabeza, dirige la mirada a uno de los testigos que declaran. Les puedo asegurar que jamás, en tantos años de profesión, me encontré próximo a un personaje con semejante mirada, más de cadáver que de ser humano vivo.

Se sabe que el psicópata no se puede reconocer nunca por su mirada o su expresión, pero ¿ante qué especie de ser nos encontramos estos días? Obsérvenlo en el próximo telediario y les aseguro que en la salita de su hogar delante del televisor y rodeados de los suyos sentirán frío, mucho frío.

El comisario de la Unidad de Delincuencia Violenta (UDEV) Serafín Castro, quien se hizo cargo de la investigación del caso desde el mismo principio, explicó al tribunal que está probadamente demostrado por todas las pruebas científicas necesarias que los huesecillos encontrados en la hoguera, incluidos dientes, inequívocamente pertenecen a niños de 6 y 2 años. Estos eran los que tenían Ruth y José el día que desaparecieron.

El presunto parricida José Bretón, no movió un milímetro su cara ni su expresión durante esta declaración del policía y sus ojos, sus terribles ojos, estaban fijos, como cuchillos, en el declarante.

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