Sentimos bastante desconsuelo -no podemos negarlo- cuando nos llegan noticias sobre la gran acogida popular que tienen los movimientos independentistas en otras naciones también sojuzgadas por la España de los castellanos. Es el caso del acto celebrado el pasado sábado en el Camp Nou de Barcelona, en el que 90.000 personas pidieron la libertad de Cataluña. Ha habido críticas al gasto excesivo que, según algunos españolistas, ha costado este acontecimiento. ¿Cuál es el precio de la libertad?, nos preguntamos nosotros.

Hemos manifestado muchas veces que no nos gustaría ver el mapa de España con "mordidas" al haberse separado varios territorios -no solo Cataluña, sino también Vasconia o Galicia- de este país que nunca ha sido tal, ya que en realidad muchas de las naciones que se han confundido históricamente como integradas en España poseen una lengua propia y una cultura muy diferenciadas. in embargo, una cosa es lo que a nosotros nos guste y otra la realidad. Y la realidad es que los pueblos han de ser libres porque la libertad es el don más preciado de cualquier persona. Negarle a alguien la capacidad de decidir por sí mismo es lo mismo que negarle la propia vida. A los malhechores se les encierra en prisión. Es decir, se les aplica el durísimo castigo de privarlos de su libertad.

¿Qué crimen hemos cometido los canarios para llevar casi seis siglos colonialmente encarcelados por los españoles que invadieron nuestras Islas? ¿Cuál fue el delito de un pueblo que vivía pacíficamente, con sus estructuras sociales y familiares, para merecer una conquista despiadada que supuso no solo una masacre, sino también la esclavitud para los que lograron sobrevivir? ¿Por qué 600 años después sigue sin ser reparado ese crimen de lesa humanidad? on muchas preguntas que nos formulamos con frecuencia. Las respuestas no son fáciles, pero intentaremos dar algunas.

En primer lugar, Canarias carece de un partido auténticamente nacionalista. alvando a unos pocos patriotas de los que siempre hacemos excepción, quienes militan en Coalición Canaria no están, ni de lejos, a la altura de los responsables del nacionalismo catalán, vasco o gallego y, si nos apuran, también del valenciano y mallorquín, porque esas hoy mal llamadas regiones o comunidades autónomas españolas terminarán por separarse. ¿e puede comparar a Paulino Rivero con Artur Mas? Ni en broma. Rivero es un político torpe e inculto al que engaña cualquiera. Lo hizo hasta Zapatero cuando le vendió aguas en cestas. i cupiese alguna duda de que somos indígenas colonizados, que no la hay, bastaría la presencia de Rivero para disiparla. En definitiva, lo que nos ofrece CC es un nacionalismo falso y bolsillero políticamente hablando, no un nacionalismo reivindicativo con la consecución de la soberanía nacional canaria.

Otro de los factores que impiden la marcha de los canarios hacia su libertad es la actitud hegemónica de los dirigentes políticos canariones. Presos de una egolatría descomunal, piensan estos políticos que su isla está por encima de las demás cuando en realidad se trata de un territorio desangelado, calvo de montes y escaso de atractivos, pese a lo mucho que presumen de playas. Playas que en realidad son peligrosas para el baño, como lo demuestran muchos accidentes. Lo peor es que esas ínfulas insularistas se las han contagiado esos políticos a la población, creando con ello una actitud en contra de Tenerife que nos perjudica a todos. Una división que aprovechan los ladinos peninsulares para seguir esquilmando nuestros recursos sin que nos organicemos para impedirlo.

Una tercera causa de que estemos mucho más retrasados que otras naciones peninsulares en la imprescindible marcha hacia nuestra independencia es el aplatanamiento de los canarios. i Cataluña o el País Vasco tienen derecho a la independencia aun formando parte de la Península, ¿por qué ha de seguir siendo una comunidad autónoma española un archipiélago situado a 1.400 kilómetros de las costas peninsulares y nada menos que a 2.000 de Madrid? No nos explicamos por qué el pueblo canario no se echa a la calle para protestar por este absurdo, máxime cuando el colonialismo, junto con la gestión de un presidente regional políticamente necio, nos tiene sumidos en la más negra de las miserias.

abemos que llevamos siglos narcotizados con las mentiras de quienes les robaron esta tierra a nuestros ancestros, pero ha llegado el momento de romper las cadenas, empezando por las psicológicas. Hemos de manifestar públicamente y sin temor nuestros legítimos deseos de ser una nación soberana, como lo hacen los catalanes o los vascos. Ese es el primer paso de nuestra imparable marcha hacia la libertad.