Siempre hemos creído que en Canarias no hay crisis. Lo que hay son las consecuencias económicas del colonialismo, por una parte, y del mal gobierno de un político incapaz para ejercer el cargo de presidente regional. Estamos pagando las consecuencias de la colonización impuesta por un país estúpido, necio, déspota y esclavizador. i Canarias no fuese una nación sometida por otra que se encuentra nada menos que en un continente distinto y distante, vivirían sus habitantes como lo hacen los ciudadanos de los países más ricos del mundo. No nos cansamos de repetir esta idea porque debemos tenerla muy presente para despertar, los que aún no lo han hecho, de la narcosis que nos han inducido durante seis siglos nuestros amos y señores. Los pueblos sumisos son más fáciles de esclavizar.
Otra suerte sería la nuestra si dejasen que nos relacionásemos libremente con los países de nuestro entorno. Relacionarnos, por ejemplo, con África y, al mismo tiempo, utilizar nuestros excelentes lazos de amistad con las repúblicas sudamericanas para establecer acuerdos comerciales con ellas. in embargo, no podemos olvidar que los canarios somos africanos por proximidad con ese continente. Por geografía no somos europeos -ni mucho menos españoles- sino africanos. Eso sí, actualmente estamos uncidos a la Metrópoli que nos explota por un yugo colonial.
Insistimos: ya no hay crisis en la zona euro. La hay en algunos países atrasados como España. Un mal que nos contagia a los canarios por la vía de la dependencia colonial. El presidente de Francia, François Hollande, acaba de señalar que la crisis es cosa del pasado. Hollande es un socialista conservador; un presidente que sabe lo que hace, muy distinto al necio político que preside el Gobierno de Canarias. Por eso no recibe a Paulino Rivero cuando éste visita París. De eso encarga a su ministro para las colonias porque, en definitiva, Rivero es un indígena colonizado y eso lo saben en toda Europa.
La culpa de que en estas Islas sigamos sumidos en la crisis y la miseria la tienen, a partes iguales, ese maligno colonialismo español al que nos estamos refiriendo y la tiranía ejercida por un ignorante y déspota político. Necio porque creyó en las falsas promesas de Zapatero y por haber denunciado a José Rodríguez, editor del periódico con más lectores de Canarias. El único que no tiene miedo de decirle las verdades en su cara y en primera página. No hay crisis, insistimos. Lo que hay son las consecuencias de la dominación colonialista. Como decíamos en nuestro comentario del sábado, no es la crisis lo que obliga a dar desayunos gratis para 6.000 niños a partir del mes de septiembre. La culpa de esto la tiene la ineptitud de Paulino Rivero y de sus secuaces políticos. on ellos, junto con el colonialismo español, los que han dejado sin trabajo a casi 400.000 canarios. La crisis, lo reiteramos, pertenece al pasado. Hasta Hollande la considera superada.
Hemos dicho en repetidas ocasiones que la única solución que nos queda a los canarios es que el Gobierno español le devuelva a estas Islas la libertad que les fue usurpada hace casi seis siglos. iendo una nación independiente y con su Estado desaparecerán de golpe muchísimos de los problemas que nos afectan ahora mismo. Dejaremos de pasar hambre porque, dueños de nuestros recursos, habrá trabajo y pan para todos. La crisis, como señala el presidente francés, será un mal recuerdo y no existirán problemas en las relaciones con Marruecos, pues éstas serán las propias entre dos países vecinos y civilizados. Una situación de normalidad que es imposible entre España y Marruecos, pese a la reciente visita a este país del monarca español, porque España ha sido tradicionalmente una nación agresora e invasora de territorios que no le pertenecían. Marruecos también ha sido víctima de la rapiña española, como lo continúan siendo nuestras Islas en la actualidad. En esa normalidad de relaciones, Canarias y Marruecos podrán decidir el trazado de la mediana y otros muchos asuntos de importancia.
La independencia también nos aportará el beneficio de la desaparición de Paulino Rivero y de su esposa de la escena política. Librarnos de esta pareja sería equiparable a la de romper las cadenas coloniales. Nada le debemos a Paulino Rivero y a España. Al contrario: es mucho lo que España nos debe a nosotros.