Conocí a esta guapa soprano a finales de los 80, cuando vino a interpretar una "Doña Francisquita" en concierto, junto a Ricardo Muñiz, Enrique del Portal y mi gran amiga María Uriz. Fue tan del gusto del público que de inmediato fue contratada para un recital de ópera y zarzuela en Santa Cruz, que repitió en el Parque de San Francisco del Puerto de la Cruz, y tuvo el detalle de dedicarme un bis, el Vals de Musetta de "La Boheme". Había estado anteriormente en la isla, muy jovencita, tuvo que ser en la década de los 70 con la compañía de Juan José Seoane.

Carmen estudió en la Escuela Superior de Canto de Madrid, bajo la dirección de María Luisa Castellano, y con 19 años debutó con "Rigoletto", de Verdi, en el papel principal de soprano. Siguió haciendo ópera en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, "La Boheme", "Don Giovanni", "La Traviata", "El elixir de amor", "El turco en Italia", "Guillermo Tell", "El matrimonio secreto", y mucha opereta y zarzuela: "Doña Francisquita", "La chulapona", "Don Gil de Alcalá", "EL gato montés", "El barberillo de Lavapiés", "El Niño Judío", "La generala", "Jugar con fuego" y muchas más.

Tiene una voz hermosa, un buen tipo y es vistosa. Lleva la simpatía en el rostro, parece que siempre se está riendo, y aunque menuda de estatura, su presencia en escena se engrandece por su porte, seguridad y especialmente el gusto que tiene para cantar. Todo lo hace fácil, de ahí su gran carrera en la escena en nuestro país, Sudamérica y Estados Unidos. José Tamayo la llevó por todo el mundo con su "Antología", y posteriormente Plácido Domingo la introdujo en el Metropolitan de Nueva York y en la ópera de Washington, y además de con Plácido también ha cantado mucho con el peruano Luis Lima.

Es una mujer abierta. Propone la renovación de la zarzuela porque, según ella, está estancada, y dice que se debería seguir el ejemplo de Estados Unidos con los musicales, creando una escuela superior dedicada exclusivamente al género. Entiendo que la idea de llevar la zarzuela a las provincias es correcta, pero que se debería innovar con más títulos menos conocidos, y no siempre con los clásicos, pues el género abarca infinidad de obras de calidad que se están perdiendo por no ser representadas y promocionadas. Según ella hay que enseñar al público a comprender mejor nuestra música más genuina, y para eso se precisa ayuda de organismos públicos y privados, donde la Ley de Mecenazgo sería la clave, además de Sociedad General de Autores y Editores, que tiene que arrimar el hombro, pues estos últimos años no ha predicado con el ejemplo, y en vez de participar y apoyar, sus dirigentes se han dedicado a amasar grandes fortunas, como el paisano Teddy Bautista.

Carmen tiene unas cuantas grabaciones en su haber, y ha sido dirigida por los mejores directores. Le tengo un gran aprecio, pues cuando nos conocimos simpatizamos enseguida. En una ocasión fui a verla al Teatro de la Zarzuela en Madrid, pero no pude saludarla porque un portero antipático me lo impidió. Las veces que ha venido, acompañado de mi mujer la hemos llevamos a almorzar o cenar, y disfrutaba de la isla. Es una chica sencilla que se acomodaba a todo.

Ahora hace tiempo que no la veo, pero sigo sus pasos. Sé que estuvo el año pasado cantando en el Teatro Colón de Buenos Aires una zarzuela argentina con libro de Lorca que se llama "La zapatillera prodigiosa", y que sigue haciendo zarzuela en Sudamérica, en países que tienen largas temporadas, como Colombia, Perú, Chile, Argentina, México... Mientras, en el país que la vio nacer actúa menos, aunque todavía es valorada en Madrid y Oviedo, ha hecho apariciones esporádicas en Jerez de la Frontera, Santander, La Coruña. De Cataluña mejor no hablar, ahí desprecian todo lo que huela a español. Triste, sobre todo cuando después te encuentras con artistas como la mezzosoprano rusa Elina Garanca, que canta romanzas de zarzuela en todas sus actuaciones, y además afirma que nota cómo se mueve el público en sus asientos cuando escucha la música española. Ahí queda eso.

Desde la distancia, un cariñoso saludo para Carmen.

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