Desde luego, lo que pasa en Canarias no sucede en ninguna parte del mundo. Del falso y artificial debate, manipulador y demagógico, del "no a las prospecciones petrolíferas" de Repsol, se ha pasado al esperpento más absoluto a raíz de las declaraciones de los peritos de la petrolera ante el Tribunal Supremo español; de las cuales ha trascendido que la compañía puede realizar prospecciones en aguas cercanas a nuestro Archipiélago a 6.000 metros de profundidad, si los previstos a 3.500 resultan negativos. La polémica se ha desatado de nuevo, ya que el Gobierno canario y los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura consideran tal posibilidad de exploración como una "irregularidad más"; y la comparsa de demagogos que acompañan al Ejecutivo insisten en sus inconsistentes y poco rigurosos argumentos. Es el caso de los Fernando Ríos, Pedro San Ginés y Mario Cabrera, que persisten en sus elucubraciones, pero sin plantearse (¡¡ese es el verdadero nudo gordiano de la cuestión!!) a quién pertenecen verdaderamente esos posibles yacimientos de hidrocarburos -petróleo y/o gas-, y el hecho incuestionable de que entre las aguas adyacentes entre Canarias y Marruecos no se ha trazado ninguna mediana. Aparte de que los espacios marítimos situados a partir de los 61 km. (32,84 millas náuticas) en los que se pretende perforar exceden las 12 millas de mar territorial de Fuerteventura, que son las aguas que se le "reconocen" a España y, por lo tanto, estaríamos inmersos en la Zona Económica Exclusiva de Marruecos, que sigue sin aceptar la supuesta mediana que España pretende trazar ilegalmente contraviniendo, una vez más, la Ley del Mar. Pero ese es otro tema del que ya me he pronunciado hasta la saciedad sin que nadie, ¡absolutamente nadie! con profundos y probados conocimientos sobre la materia me haya rebatido lo más mínimo. Lo que debe tener claro la opinión pública, tan manipulada y desinformada por la opinión publicada, es que energías alternativas y energías fósiles son perfectamente compatibles. Y que el pueblo canario no puede, bajo ningún concepto, desestimar los recursos naturales de su territorio a cuya exploración y explotación tiene pleno y legítimo derecho, como le reconoce expresamente el Derecho Internacional contemporáneo. Otra cosa es la petrolera que haga el negocio.

Dando, pues, por sentado, la compatibilidad del petróleo y el gas con las energías alternativas, de las que soy un ferviente defensor, quiero hacerme eco de una iniciativa que sostiene que el petróleo no es negocio (con lo que estoy absolutamente en desacuerdo), y mucho más caro que las renovables. En efecto, la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético para Canarias ha indicado que los "números y una visión transversal" demuestran que aunque haya petróleo en el archipiélago "no valdría la pena sacarlo" (una opinión gratuita), pues la energía eólica "cuesta un tercio de lo que cuesta la energía convencional y la fotovoltaica, la mitad". Así se puso de manifiesto en la rueda de prensa de presentación de esa plataforma, en la que han intervenido sus promotores: el representante del "cluster" empresarial Ricam Agustín González, la arquitecta Araceli Reymundo y el economista Antonio Cabrera, que insistieron en los grandes inconvenientes del petróleo.

Llegados a estos extremos de "incompatibilidad" que algunos quieren hacernos creer, vuelvo a formular la siguiente pregunta: ¿quién o quienes están detrás de la pertinaz negativa a que Canarias explote, en exclusivo beneficio propio, todos sus recursos energéticos, tanto fósiles como renovables? Insisto en que, siendo un defensor a ultranza del medio ambiente y de las energías alternativas, como patriota canario no puedo estar de acuerdo en que si Canarias tiene petróleo no seamos nosotros quienes decidamos el momento que más nos convenga su posible exploración y explotación. ¿O es eso, exactamente, lo que quieren decir todos los que se oponen a las prospecciones, y yo no he entendido el mensaje subliminal?

Ya en 2007 surgieron novedosas iniciativas de rentabilizar nuestros "yacimientos eólicos". Un joven y brillante ingeniero grancanario, Aday Martín, en su proyecto fin de carrera proponía instalar 10 aerogeneradores a más de seis kilómetros del litoral entre Gáldar y Agaete, para abastecer de energía a unos 36.000 habitantes. La propuesta, que suponía el primer parque eólico marino en Canarias, incluía un novedoso mapa "off shore" y casi 450 millones de datos. ¿Por qué no se materializó esa fantástico proyecto?

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