Creo que fue en el comedor principal del hotel Quinta Roja, de Garachico, donde conocí a Luis Cola Benítez, hoy cronista oficial de Santa Cruz. Luis Cola y yo coincidimos porque se celebraba allí una reunión sobre el 25 de julio, fecha en que echamos de casa al señor Nelson. No he vuelto a ver a Luis desde entonces. Pero hoy lo traigo a este espacio porque encontré un periódico en el que se incluye un artículo suyo sobre la creación del primer hospital capitalino. Y me interesó mucho.

Se citan en el trabajo dos fechas (1742 y 1785) como las de posibles intentos de dotar a la comarca de una instalación hospitalaria. Y a uno le sorprende que en una localidad con puerto de mar no se protegiera antes a sus habitantes de una posible epidemia llegada en cualquier embarcación, como ocurrió en Garachico en 1600. Nos sorprende todo lo que nos cuenta Luis Cola, a pesar de sus intentos para aclarar la situación cronológica del inmueble.

Garachico, también puerto de mar, vio elevar su primera iglesia en San Pedro de Daute, en 1492. Y se pensó en construir junto a ella un hospital. Pero como la zona urbana del pueblo crecía más rápidamente al amparo de la bahía y de sus barcos, las cosas se pensaron mejor. De todos modos, existe cierta contradicción entre don Pedro Tarquis y don Alejandro Cioranescu. Uno lleva la fecha de erección del hospital a 1512 y otro a 1520. La diferencia es mínima, sobre todo si la comparamos con lo ocurrido en Santa Cruz.

Tarquis afirma que el centro de Garachico contó con la presencia de los Hermanos de San Juan de Dios desde 1607, dirigidos por fray Cristóbal Muñoz, pero la fecha parece contradictoria con las anteriores. Sabemos que el hospital se salvó de la lava de 1706. También que albergó, a partir de 1809, a ochenta soldados franceses que habían resultado prisioneros por las tropas españolas en la lucha contra Napoleón. Ello da idea de las dimensiones de la instalación benéfica. Se salvó el hospital de la lava de 1706 porque entre él y el convento francíscano (que sí ardió) había una calle que los separaba. La calle del hospital se llamaba Los Cuatro Cantillos, hoy Calvo Sotelo. La que separaba el convento del hospital se llama Eutropio Rodríguez, antes San Sebastián en el sector que nos ocupa, no en su totalidad.

Dispongo de poco espacio para seguir contando detalles del hospital garachiquense, aunque tales datos obran en mi poder. Me limitaré a decir, muy brevemente, que en 1926 llegaron para dirigir el centro las hermanas del Buen Consejo, que estuvieron en Garachico hasta 1966. Cuarenta años de andadura entregadas a sus semejantes. Todo estaba dirigido por las señoras de la Cruz Roja, cuya presidencia ostentaba doña Rosario Arocha de la Torre, quien contaba con la inestimable ayuda de sus compañeras doña Carmen Revilla, doña Carmen Verde León, doña Francisca Hernández de Soler, doña María Teresa Montes de Oca y Delgado, doña Ángeles Pérez Díaz y doña Virginia del Castillo.

Las cosas se complicaron en los días de la guerra. Hubo abandonos, sacrificios, nuevos intentos de mejorar las cosas y personas sacrificadas para no cerrar el edificio. El 21 de enero de 1973 llegaron a Garachico las Hermanas de San Vicente de Paúl. Antes, en el Hospital hacían las cosas como podían don Teodoro Velázquez, don José María Velázquez, don Vicente Hernández, don Rafael Gutiérrez, y alguno más que se me escapa. Ellos y las religiosas trabajaron con ahinco durante otros cuarenta años, cumpliendo su hermoso y sacrificado trabajo con ancianos y desvalidos. Hasta que, hace unos meses -no quiero recordar la fecha- surgieron ciertas desavenencias con el Ayuntamiento y las Hermanas decidieron abandonar. Ahora no hay religiosas. Ya saben ustedes que la Iglesia no está de moda. Pero el hospital, gracias a Dios, subsiste. No sabemos hasta cuándo. ¡Ojalá sea por mucho tiempo! Van aquí mis mejores deseos.