Damos por finalizado el mes del descanso y el periodo vacacional. El verano nos deja noticias como el problema del Peñón, la posible intervención militar en Siria o las comilonas a costa de lo público, presuntamente cometidas por un sindicato, el mismo que en Canarias sufre represalias del Gobierno si lo critica. Vaya novedad. Así, por ejercer esa costumbre que tenemos de descansar de lo cotidiano y dejar la rutina por unos días a finales de semana, coincidí en un vuelo con un arqueólogo. Comparó su actividad con la de los que se encargan de desenterrar los tesoros ocultos en los despachos de los políticos o sindicalistas actuales. Pero hay que hacerlo con sumo cuidado –le dije–, de lo contrario se pueden destruir pruebas, y más si están en un disco duro. En fin, supongo que ahora los anuncios de coleccionables y de uniformes nos vuelve a situar en nuestras excavaciones. Bendito quehacer.

Para los que nos dedicamos a la tarea de las togas el año empieza mañana. Y como en más de una ocasión ya he mencionado, los juzgados no cerraron en agosto, como erróneamente creen algunos. Que se lo digan al juez Ruz. Mañana comienzan las notificaciones, las vistas de juicios civiles y la maquinaria vuelve a su marcha normal. Inevitable y extraordinario a la vez. La rutina. Hoy, domingo, toca ir planchando la toga. Las togas solo se planchan una vez, a finales de agosto, me dijo una vez el eminente civilista Almagro Nosete.

El volver al trabajo después de las vacaciones se ha convertido en los últimos años en motivo de otra dolencia que denominan –los que saben– estrés postvacacional. Como me dice Goyo muy serio, eso a los sindicalistas jamás le pasará. Hay que entender a Goyo, que viene de pasar unos días en la península y se ha topado de frente con otro descaro político. Esta vez, coincide con el sindicato implicado en los eres de Andalucía. Viene indignado. Y le durará. El fue delegado sindical de esa Unión General. Y espera que se actúe. Yo también. Las gambas, el jamón, choco, vino, cervezas y barra libre a cargo de fondos públicos. Y el concepto en las facturas: negociación colectiva. Otro descaro terrible. Estamos ante un presunto fraude. La fiscalía, por esto, acaba de abrir unas diligencias sobre esas facturas. Y vendrán mas –le digo yo-.

Pero centrando la dolencia del regreso al trabajo, el problema se le plantea a Goyo cuando le acaban de aparecer con dos bajas laborales. Motivo alegado: estrés postvacacional. ¿Una baja porque tienen que volver al trabajo? Pues sí. Siempre he pensado que descansar de lo cotidiano no implica abandonarlo. Todo lo contrario es prepararse más para disfrutarlo con fuerza según se presente el año. Pero en estos casos no es así.

Pero la semana deja algo más interesante y que no quiero dejar pasar. Es el 50 aniversario de uno de los discursos más conmemorativos de la historia, el de Martin Luther King. Siento una profunda admiración hacia las palabras de aquel hombre y que hoy siguen más vigentes que nunca. Pienso que su discurso entra dentro de los hitos de la palabra moderna y afianzándose en los cánones de la historia de la oratoria contemporánea. Y es, precisamente, la forma en que el captó las esperanzas y los sueños de una generación lo que eleva su consigna hacia niveles que no tienen símil en la actualidad. Su frase "Tengo un sueño". Sueños que se ven impresos en el inicio de aquel discurso y en todo su contenido. O como lo cuenta el ilustre canario Juan Verde en su libro "Soñar es poder".

Así que estos días he soñado, entre otras cosas, que muchos, muchos, y digo muchos y cada vez más, tengan los unos de septiembre estrés postvacacional.

Así, amables lectores, os animo hoy, 1 de septiembre, a que aunque las decisiones políticas y los continuos escándalos de nuestros gobernantes se presenten como una fórmula para destruir, las iniciativas parten todas de la sociedad. Y como dicen estos maestros de la oratoria, si puedes soñarlo puedes conseguirlo.

Abogado director Bufete Inurria @inurriaabogado