Una de las cosas más desagradables que puede soportar una persona es encontrar entre las esquelas que publica un periódico el anuncio de la muerte de un amigo o de un conocido a quien se apreciaba mucho en vida. Y, naturalmente, esto ocurre con más frecuencia en personas que han desempeñado o desempeñan cargos en los que se conoce a más gente, uno de ellos la información periodísitica, o también la pertenencia a sociedades, a agrupaciones o a colectivos diversos.

Me ocurre con frecuencia en esta actividad y no se puede evitar, porque ignorarlo es peor. El número del martes último de este diario inserta una esquela de Francisco Rodríguez Zuppo, quien, si se trata de la persona que conocí y de la que fui amigo, lo siento más profundamente. Echo de menos un texto del escrito el nombre de la madre de Paco Zuppo, que me parece recordar era Micaela, y de dos hermanos de Paco, Luis, que era el mayor de la familia, y Pepito, que era jugador de fútbol de categoría nacional y que me parece que jugaba en el Cádiz, pero no lo aseguro.

Si se trata de Paco, lo sentiré mucho, al igual que la desaparición de otros queridos amigos, y si se trata de otra persona, que en paz descanse, que es lo más que puede desearse a una persona en esas condiciones. Pero, naturalmente, me alegraría que fuera una equivocación y que Paco continuara en este mundo y jugando con su equipo, porque además de una buena persona y un buen amigo, era un excelente jugador.