Hablábamos en nuestro comentario de ayer de otra mentira de Coalición Canaria, esta vez acerca de la recuperación económica prevista por el Gobierno regional para el próximo año. oy añadimos que toda la labor política de Paulino Rivero y de sus compinches es pura farsa. Una engañifa al pueblo canario que sufre pacientemente -desde nuestro punto de vista, demasiado pacientemente- los desmanes de un gobernante que no está capacitado, políticamente hablando, para ejercer el cargo que ocupa porque es un bruto. El mismo calificativo de "político" para el actual presidente del Gobierno de Canarias ya resulta inadecuado porque un político, lo hemos dicho y lo repetimos, es otra cosa. Un auténtico político es una persona preparada para resolver los problemas de una sociedad y Rivero, lejos de resolver esos problemas, los crea con su incompetencia cuando no con su despotismo.

El daño que Rivero, Mena y la comparsa de falsos nacionalistas que acompañan a esta pareja, políticamente nefasta, les han ocasionado a los habitantes de estas Islas no puede quedar sin castigo. Todos ellos han desgraciado a Canarias de una forma incuestionable, por mucho que intenten salvarles la cara los dos periódicos que tienen subvencionados, así como la Radio y la Televisión autonómica. Medios, dicho sea de paso, en los que algún que otro gandul amparado por unas leyes laborales obsoletas se permite criticar no solo al patrón que le paga el sueldo sino también a sus compañeros. Paro eso sirven, insistimos, la televisión y la radio públicas de estas Islas, amén de esos periódicos que ya hubiesen desaparecido sin las ayudas públicas. Esto es corrupción pura y dura. Estamos ante un putrefacto muladar político, por mucho que Rivero trate de huir de la pestilencia que desprende ese estercolero volando alto en helicóptero. A suficiente altura, volvemos a repetirlo, para no ver las colas del hambre ni a los niños desfalleciéndose a la hora del recreo en la propia escuela porque sus padres no tienen con qué alimentarlos.

¿Por qué no interviene la Justicia de oficio y pone fin en todo esto? Si no interviene ahora la Justicia española, lo hará en su momento la canaria cuando seamos una nación soberana; cuando seamos un país con sus propias leyes y sus propios magistrados. Entonces habrá llegado la hora de que tantos y tantos corruptos den con sus huesos en la cárcel, a sabiendas de que cuando cumplan las condenas que les serán impuestas tendrán que exiliarse de Canarias para siempre. El daño tan inmenso que les han hecho a estas Islas impide, no nos cansamos de repetirlo, que vivan entre los canarios. La justicia tardará en llegar, pero llegará porque es lenta pero inexorable.

No hay más camino que la independencia para salir del agujero al que nos ha arrojado la necedad política de Rivero. No sirven los juegos florales; no nos valen las reivindicaciones de medio pelo. Por ejemplo, la recogida en una noticia que adelantábamos ayer en nuestra edición digital: "El Gobierno de Canarias recurrirá la Ley de Costas ante el Tribunal Constitucional".

El Gobierno de Canarias recurre, el Gobierno de Canarias protesta, el presidente regional reclama, el consejero de Economía exige... Qué bufonada y qué pérdida de tiempo. Lo que se deben reír los gobernantes de Madrid cuando le oyen a la señora Oramas, o al propio Rivero, reivindicaciones de este tipo. Como mucho, llaman al ujier del ministerio y le indican que les eche unas miguitas para que se conformen. Le dicen que le pongan una hojita de lechuga al canario en la jaula para que picotee. Porque los canarios vivimos en una jaula colonial. Ni siquiera en una jaula de oro -en oro nadaríamos si fuésemos independientes- sino en una vil mazmorra. Vivimos encadenados a un colonialismo que nos esquilma, para más inri con el beneplácito de un partido que se dice nacionalista. Mentira cochina. Salvo unos pocos patriotas, en CC lo que abundan son los bolsilleros políticos. Cínicos que se visten de magos y van a las romerías y a las fiestas populares para presumir de canarios, cuando en realidad son eficientes colaboradores de los españoles. La canariedad empieza por exigir que se marchen inmediatamente de estas Islas quienes las invadieron hace casi seis siglos y no han dejado de esquilmarlas desde entonces. Que se marchen o que se queden, si prefieren quedarse -porque los canarios siempre hemos sido hospitalarios y siempre lo seremos-, pero viviendo de acuerdo con nuestras leyes y respetando nuestra idiosincrasia.

Qué les importará a los españoles que el consejero de Obras Públicas y Política Territorial, Domingo Berriel, haya puesto en conocimiento de sus compañeros de Consejo de Gobierno el contenido del recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Costas que han interpuesto los servicios jurídicos de la comunidad autónoma. Lo que se deben reír en la capital de la Metrópoli cuando les llegue el requerimiento. "Mira, ya están los canarios piando de nuevo", dirán. "Échales un poco de alpiste para que picoteen y no alboroten tanto".

Y pensar que disponemos de recursos suficientes para vivir mejor que los españoles. Qué distinta sería la reacción de esos políticos que tan impunemente nos roban si el Gobierno de Canarias, el Parlamento autonómico o al menos un simple ayuntamiento de las Islas aprobase una moción en la que se exigiese el inicio de negociaciones para la emancipación colonial de este Archipiélago. Entonces se cortarían las sonrisas de raíz y empezarían a tomarnos en serio. Algo imposible mientras Rivero sea presidente porque no inspira respeto como político; más bien provoca hilaridad.

Cómo puede quejarse ese otro inepto político que es Domingo Berriel de que la Ley de Costas vulnera la autonomía local y los principios de igualdad, seguridad jurídica, interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos y de irretroactividad de las normas restrictivas de derechos individuales. ¿Y el colonialismo español qué vulnera, señor consejero? Quizás el señor Berriel no sepa responder a esta pregunta porque, políticamente hablando, es tan iletrado como el presidente de su partido. Responderemos nosotros en su lugar: vulnera nada menos que un mandato de la ONU. ¿Le parece poco, señor consejero? Déjese usted de mendigar tonterías o diga la verdad; diga que no pide la libertad de los canarios porque no es un auténtico nacionalista. ablando en términos políticos, ni siquiera es usted un auténtico canario.

No queremos más competencias autonómicas porque no queremos la autonomía. Queremos la libertad de esta tierra. La autonomía, insistimos, es un burdo disfraz empleado por los dirigentes de la Metrópoli para ocultarle al mundo nuestra situación colonial. Que no sigan estos nacionalistas de pacotilla con más mentiras. Que no sigan engañando al pueblo como lo hace este niñito que le lleva el portafolios a Rivero y al que, incomprensiblemente, han puesto al frente de la acienda regional. Que diga la verdad de una vez el señor González Ortiz. Que diga que sin independencia jamás saldremos de esta crisis. Que diga, incluso, que si estas Islas hubiesen sido una nación soberana dueña de sus recursos, jamás habría habido crisis en ellas. Sin colonialismo y sin Rivero no tendríamos colas del hambre, ni listas de espera sanitaria, ni emigración ni casi 400.000 canarios sin trabajo. En cambio, con Rivero y colonizados, nos ha caído encima algo peor que una plaga bíblica.