La pelota de goma que cae al suelo y rebota unas cuantas veces antes de quedarse quieta. Sin pretensiones de aguarle la fiesta a nadie, esa es la imagen real de los datos sobre la mejoría del desempleo tanto en Canarias como en el resto de España. Hemos tocado fondo y es probable -aunque tampoco resulta seguro- que no caigamos más abajo, pero de ahí al ascenso con firmeza queda mucho.

El análisis, o el anuncio, más acertado sobre la situación actual en el Archipiélago lo ha hecho -esta vez sí- el propio Gobierno regional al dejar entrever que no espera más ajustes en los presupuestos de 2014 ni una nueva subida de impuestos, pese a que el consejero de Economía y Hacienda sigue hablando de incertidumbre ante la indefinición, al menos por ahora, de la reforma del sistema tributario que prepara el Ejecutivo central. En cualquier caso, y ese es el núcleo del asunto, González Ortiz insiste en que las previsiones de empleo de 2014 no son halagüeñas. Dicho en palabras más comprensibles, no se destruirán muchos más puestos de trabajo, pero tampoco se crearán en cantidad suficiente para afirmar que estamos saliendo de la crisis. o demás es querer ver brotes verdes donde solo hay hierbajos secos.

¿Pesimismo o realismo? Dicen que un pesimista es un optimista bien informado. Juegos de palabras al margen, es hora de aparcar el voluntarismo para ver las cosas como son y no como queremos que sean. Para empezar, tenemos que acostumbrarnos a vivir con las circunstancias actuales. Cuanto antes lo hagamos, mejor. a situación anterior va a tardar mucho tiempo en retornar, si alguna vez lo hace. Eso significa que Canarias tendrá crónicamente más de 300.000 parados y España más de cinco millones. ¿Son soportables esas cifras a largo plazo? Ya veremos. Esto como acondicionamiento psicológico para lo que nos espera.

a segunda acción parece más práctica, si bien tampoco es probable que la ejecuten quienes pueden hacerlo: hay que reducir el sector público. Antes, cuando corría el dinero, tal vez sí. Ahora, no. Ya no es posible mantener el tinglado de diecisiete parlamentos autonómicos, más de 8.000 ayuntamientos, ejércitos de asesores, gabinetes de prensa y hasta una fiesta en cada barrio porque a los vecinos hay que tenerlos contentos. Un vecino enfadado no vota por quien debe sino por quien no debe. a alternativa a ese recorte administrativo es mantener unos impuestos elevados -ni siquiera González Ortiz piensa que Rajoy pueda disminuir la carga fiscal en 2015- y, lo que es peor, continuar facilitándole a la banca que invierta en deuda pública lo que no le presta a los particulares y a las empresas para impulsar la actividad económica.

Solo cuando los políticos estén dispuestos a recortar en administraciones públicas y no en sectores esenciales, como la ciencia y la investigación, para generar nuevas opciones económicas -estamos como estamos porque la única alternativa al ladrillo es el turismo, y el turismo ya está a más del cien por cien- podremos decir que hemos tomado el auténtico camino hacia la recuperación. Todo lo demás se reduce, insisto, al mencionado rebote de la pelota.

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