Marruecos, tradicionalmente un país de emigrantes, se ha convertido en receptor de la emigración subsahariana e, inclusive, de inmigrantes procedentes de Europa. Dado el grave problema que esta situación representa para Marruecos, el rey Mohamed VI ordenó el pasado martes la elaboración de una política global sobre la cuestión migratoria tras registrarse un considerable aumento de emigrantes subsaharianos y europeos.

En un comunicado del gabinete real, recogido por la agencia MAP, el monarca marroquí, que, asistido de su consejero real, Fouad Ali EL Himma, presidió ese día una reunión en el palacio real de Casablanca con el jefe del Gobierno, Abdelilah Benkiran, y varios ministros y responsables, subrayó que el número de emigrantes de África subsahariana en el país "se ha cuadruplicado". Asimismo, el comunicado destacó también una nueva forma de emigración procedente de países como España, Francia y otros Estados europeos.

En este sentido, Mohamed VI insistió en "la necesidad de proceder a la regularización de la situación de estas personas en materia de residencia y las actividades que ejercen, del mismo modo que los emigrantes regulares de otras nacionalidades, incluidos los subsaharianos". No es la primera vez que el rey destaca la presencia de los emigrantes europeos en Marruecos, ya que el pasado 20 de agosto se refirió en un discurso a la "afluencia" de europeos que trabajan en Marruecos y que "compiten con la mano de obra marroquí" en sectores de alta cualificación.

El comunicado de referencia indicó que el número de inmigrantes irregulares en Marruecos experimentó "un notable crecimiento", subrayando que la mayoría de ellos entran en territorio marroquí "desde el este y el sur del país". La nota reconoce igualmente que "la gestión operacional de la cuestión de la migración ilegal conoce a veces ciertos excesos", al tiempo que matiza que se trata de "casos aislados", y niega "el uso sistemático de violencia" por parte de las fuerzas del orden marroquíes contra los inmigrantes irregulares.

El Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH, organismo oficial de carácter consultivo) consideró en un informe presentado al soberano que es urgente una nueva política para tratar los graves problemas derivados de la migración, que rompa con las prácticas actuales con los inmigrantes procedentes de otros países y los establecidos en Marruecos, procedentes principalmente de países subsaharianos. Precisamente, la CNDH, que tiene relevancia constitucional, expresada en la nueva Carta Magna de 2011, viene impulsando todas esas políticas migratorias; y en este sentido, Marruecos lidera el desarrollo de políticas de derechos humanos en el continente africano y en el mundo arabo-musulmán. Marruecos también ha armonizado su legislación con la Unión Europea, especialmente en materia de DDHH, sin olvidar la firme decisión real en el capítulo dedicado expresamente a la reconciliación, que nada tiene que envidiar, por ejemplo, a las leyes españolas de memoria histórica.

Esa ha sido, desde que accedió al trono, la impronta del reinado de Mohamed VI: la construcción de un Estado caracterizado por la correspondabilidad; demandando a los empresarios para que pusieran su capacidad de emprendedores al servicio del desarrollo social del país sin renunciar, obviamente, al lógico y lícito beneficio. Todos estos cambios son los que han propiciado la creciente credibilidad de Marruecos en la comunidad internacional y, muy especialmente, en la Unión Europea, con la que mantiene un estatus de relación preferente.

Lo que no admite dudas es que el incremento de los flujos migratorios procedentes de África subsahariana es una constante, debido a los numerosos conflictos en la zona o por una necesidad acuciante. Por ese motivo, Marruecos, con 10.000 inmigrantes, se ha convertido de facto en la verdadera frontera Sur de Europa. Ello hace necesario que en materia de inmigración la relación bilateral con la UE, en general, y en particular con España, obligue a una mayor implicación, especialmente en ayudas a la cooperación, y en la implementación de políticas como las que se van a abordar por parte de Marruecos y en las que el propio jefe del Estado ha puesto el mayor énfasis.

Ante el cariz que está tomando el asunto de la inmigración irregular en Marruecos, este país debía solicitar la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones, que trabaja para ayudar a garantizar una gestión ordenada y humana de la migración.

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