Esta semana España, el Gobierno español, ha recibido un serio aviso: el pueblo catalán quiere su independencia y la va a conseguir. Poco importa a estas alturas lo que digan los políticos de Madrid. Han sonado los claros clarines de la libertad y el proceso catalán ya es imparable.

Cataluña es una nación que forma parte de la Península Ibérica. No nos gustaría ver el mapa de España con "mordidas" en su contorno, pero el bienestar de los ciudadanos es más importante que la estética geográfica. Cataluña se marcha porque los catalanes no quieren depender de Madrid. Luego lo harán, muy probablemente, los vascongados y hasta los gallegos porque España, lo decíamos en nuestro comentario de ayer, es un país decadente al que nadie quiere pertenecer salvo los castellanos, que sí son españoles. Los demás no, aunque algunos rancios defensores de la españolidad y de la antigua grandeza del imperio sigan empeñados en mantener unido artificialmente lo que nunca ha sido un país.

Si esto que decimos es cierto, como realmente lo es, para las naciones peninsulares, ¿qué podemos decir de Canarias? ¿Cuándo le llegará el día y la hora de la libertad a unas Islas que fueron salvajemente colonizadas con un vil holocausto hace casi seiscientos años? Si los países sojuzgados por España en el propio continente europeo tienen todo el derecho del mundo a conseguir su libertad, ¿qué podemos decir de un Archipiélago situado a 1.400 kilómetros de las costas peninsulares y en otro continente? Pese a lo que está sucediendo en Cataluña, ¿van a seguir de brazos cruzados los falsos nacionalistas de Coalición Canaria? ¿Continuarán Paulino Rivero y sus secuaces políticos mendigando en Madrid para que los invasores de estas Islas nos devuelvan una ínfima parte de lo que se llevan las oficinas de la Hacienda metropolitana?

Paulino Rivero tiene que dimitir. Si no lo hace, han de ser los patriotas de CC quienes digan sin medias tintas que no lo quieren; que no puede seguir al frente del Gobierno autonómico porque es una desgracia para esta tierra y porque con él es imposible avanzar hacia la nación canaria; hacia un país con su Estado que, además, sea dueño de sus recursos. La independencia es un requisito imprescindible para salir de la crisis. Mientras acatemos las caprichosas órdenes de unos políticos que deciden por nosotros a 2.000 kilómetros de esta tierra todo seguirá igual. Continuaremos teniendo casi 400.000 parados -o más-, seguiremos con las colas del hambre, tendrán que seguir emigrando nuestros jóvenes y no podremos hacer nada por nuestra cuenta.

No solo no somos dueños de nuestra tierra; tampoco nos pertenecen las aguas que rodean a cada isla. Hasta las doce millas son aguas territoriales españolas porque somos una colonia. A partir de ese límite, son aguas marroquíes debido a que así lo determina el Derecho Marítimo Internacional. Es falso lo que dice Paulino Rivero sobre la posesión de ese mar territorial. Solo un necio político como él puede seguir engañado por lo que le prometió en su momento Zapatero después de tanto tiempo. Lo peor es que quiso embaucar también al editor de EL DÍA para que lo hiciera aparecer como un prócer de la causa canaria, cuando solo es un bruto político. La negativa de José Rodríguez a ser cómplice de una estafa al pueblo canario desencadenó una furibunda venganza de Rivero, su esposa y sus compinches contra esta Casa que continúa a día de hoy. Hemos aguantado la tormenta y lo seguiremos haciendo porque la razón está de nuestro lado.

Las aguas canarias de las que habla Rivero no son tales. Son marroquíes porque estamos en la zona económica exclusiva de Marruecos. Hemos señalado muchas veces, y no nos cansaremos de hacerlo, que el Gobierno de Rabat puede anexionarse este Archipiélago de forma unilateral cuando le plazca sin que ningún organismo internacional se lo impida. Mucho menos está en condiciones de oponerse un país decadente como España. Todo esto lo hemos explicado nosotros muchas veces y ha vuelto a hacerlo esta semana nuestro colaborador Ramón Moreno en un artículo magistral titulado "Islas y archipiélagos". "Fue, precisamente, en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, firmada en Montego Bay (Jamaica) el 10 de diciembre de 1982, donde se consagró el llamado principio archipelágico, exclusivo y potestativo de los archipiélagos ya constituidos en Estados soberanos; que les permite delimitar sus espacios marítimos no desde cada isla en particular (como es el caso sangrante de Canarias), sino desde el conjunto del archipiélago, mediante el trazado del perímetro archipelágico, que consiste en una línea que une los puntos más sobresalientes de cada isla, desde la cual se mide la anchura del mar territorial, 12 millas, zona contigua, 12 millas más; y las 200 millas (para hacerla coincidir con las dimensiones de la Plataforma Continental) de la Zona Económica Exclusiva (Z), donde quedan englobados dichos espacios", detalla Ramón Moreno.

Coincidimos con este experto en Derecho Marítimo que "para cualquier patriota canario que se precie, resulta absolutamente intolerable que en los dos escenarios en los que se representa, con actores y directores foráneos, la tragicomedia de Canarias existan territorios insulares de menor entidad que el Archipiélago canario constituidos en Repúblicas independientes, que forman parte de la comunidad internacional sin problema alguno. ¿No es un canallesco e insultante agravio comparativo constatar esta realidad? ¿Y por qué no las Islas Canarias, que forman el archipiélago más grande e importante de la Macaronesia?".

Porque los españoles no quieren soltar la teta canaria, añadimos por nuestra parte a modo de respuesta. Canarias -lo hemos manifestado en múltiples ocasiones- no necesita a España; es la Metrópoli la que nos necesita a nosotros porque le somos muy rentables. Cita Ramón Moreno los casos de Chipre y Malta. El primero es un estado insular y el segundo un pequeño estado archipielágico, como podría serlo el nuestro y de hecho lo será. También tenemos el ejemplo de Cabo Verde. Todos estos son países independientes pese a ser más pequeños que Canarias. Naciones que sí son dueñas de sus aguas territoriales. Aguas auténticas y no las de mentira que Zapatero le vendió en cestas a Paulino Rivero, convencido -como así fue- de que lo engañaría como a un indígena.

"¿Cuándo va Canarias a formar parte, como miembro de pleno derecho, de la ONU?", se pregunta tanto el citado colaborador de EL DÍA como nosotros mismos. También sentimos envidia de la Diada catalana, con esa gran cadena humana para exigir la independencia. Qué diferencia entre el nacionalismo catalán y el falso nacionalismo de Coalición Canaria. ¿No se ponen rojos de ira los patriotas que militan en este partido? Canarios auténticos amordazados por Rivero y sus compinches. ¿Hasta cuándo?, es la pregunta que nos hacemos siempre.

Qué distinta sería la situación si el Parlamento de Canarias aprobase una resolución en la que exigiese la independencia de Canarias. De la noche a la mañana saltaríamos a las portadas de la prensa nacional. Se ocuparían de nosotros los medios de comunicación de muchos países, de la misma forma que lo han hecho durante estos días con el creciente -e imparable-movimiento independentista de Cataluña. También nosotros pensamos que la independencia económica y política hay que ganársela. Hay que conquistarla. Que nadie piense remotamente -como señala Ramón Moreno- que España nos las va a otorgar por las buenas, aunque ese gesto magnánimo de sus gobernantes redimiría a la Metrópoli de sus horrendos crímenes de lesa humanidad, que son imprescriptibles. ¿Entenderán esto alguna vez los malos políticos que hoy mangonean a su antojo en estas Islas?