No cree Paulino Rivero que Canarias vaya a seguir la línea soberanista abierta en Cataluña. Es más: asegura que la vocación de estas Islas, y consecuentemente la de sus habitantes, es formar parte de España. Añade el presidente del Gobierno regional que "si alguna vez se produjera algún problema, no será a iniciativa de los canarios, sino como consecuencia del abandono, del maltrato, de la humillación y del querer seguir tratándonos como a una colonia". Para completar sus declaraciones, afirma Rivero que "en la etapa democrática, este es el Gobierno que más ha maltratado, más ha humillado y menos ha entendido a Canarias".

Si esto es así, señor presidente, ¿por qué se niega usted a que Canarias siga una línea soberanista? ¿Cómo puede usted decir que la vocación de estas Islas es formar parte de España y quedarse tan tranquilo? Es decir, ¿sigue usted pensando que los canarios somos españoles? Parece que sí. Parece que está usted convencido de que este no es un Archipiélago africano sino europeo, pese a que nos separan nada menos que 1.400 kilómetros de las costas peninsulares y solo 100 de las marroquíes.

Ahí tienen nuestros lectores una prueba más de cuanto decimos sobre el falso nacionalismo de Paulino Rivero y sus secuaces políticos. Sabemos que hay patriotas en Coalición Canaria, pero quienes hoy por hoy llevan las riendas de ese partido no son personas amantes de su tierra. i siquiera son canarios auténticos. Son nativos colonizados. Gañanes de la finca del amo español. egritos con la piel blanca. Son cualquier cosa menos nacionalistas auténticos, porque si lo fueran lucharían por la libertad de su tierra. Un patriota canario jamás admitiría que el fin de estas Islas es seguir formando parte del país que nos esquilma desde hace casi seis siglos. ¿Continuar como colonia de la Metrópoli para qué? ¿Para que la Hacienda española siga arrasando nuestra riqueza? Vamos, hombre; ya está bien.

Canarias está empobrecida por culpa del colonialismo español y del mal Gobierno de un necio político llamado Paulino Rivero. Como señalaba Andrés Chaves en su columna del pasado jueves, "uno de los métodos infalibles para medir el estado de pobreza es fijarse en los coches que circulan por calles y carreteras. ¿Han visto ustedes cómo ha envejecido el parque automovilístico en las islas? Si tienen oportunidad de viajar a la península, fíjense en la calidad del parque de coches madrileño, por ejemplo, lleno de modelos recientes. Ya no digo nada si se dan una vuelta por Londres, donde quedarán deslumbrados por los Rolls, los Aston Martin, los Bentley, automóviles de alta gama que causan, por lo menos a mí, mucha envidia. En Canarias contemplamos vehículos decrépitos, que trasladan al paisaje su terrible senectud. Es la consecuencia del bajón de las ventas que sufren los concesionarios. o se venden ni siquiera los modelos más económicos y sólo algún mes se ha producido un repunte, gracias a los planes del Ministerio de Industria".

Es cierto. Antes, incluso colonizados, éramos la envidia de los peninsulares y de los ciudadanos de muchos países europeos. Unos y otros acudían a Canarias atraídos por la pujanza de nuestro comercio y de los competitivos precios. Antes, los coches que circulaban por nuestras calles y carreteras suscitaban la admiración. Hasta los taxis eran vehículos de categoría. Ahora, como bien dice Chaves, "se nos cae encima hasta nuestro paisaje, que era la envidia de todo el mundo. Aquí, cuando las lanchas rápidas y aún después, con el auge del comercio hindú, llegaba lo mejor, a todos los niveles: aparatos electrónicos, prendas de orlón, perfumes, medicamentos. Teníamos muchos más coches de lujo por habitante que en la península. Éramos marquistas compulsivos: que si las gafas Ray-Ban, que si la electrónica puntera, las cámaras ikon que no se conocían en España, los primeros transistores ational forrados de cuero. Una maravilla. Éramos pijos por naturaleza, sobre todo los que teníamos cierto poder adquisitivo. Y la admiración del godo. Todo cambió. Los canarios nos hemos convertido en los parias de la tierra y hasta comprar un coche es, en ocasiones, más barato en la península. Y la gasolina está casi a la par. Y nuestras prebendas tradicionales se han ido al garete".

¿Quién ha tenido la culpa de todo esto?, nos preguntamos un día más. La respuesta es fácil: el colonialismo, el falso y servil nacionalismo de CC y la apatía de un pueblo que sigue sin reaccionar.