Cuando Pedro Rodríguez Zaragoza, destacado miembro del partido oalición anaria, cesó en su cargo de consejero de Agricultura del Gobierno regional, los jerifaltes nacionalistas buscaron para él un cargo de consolación representativo de carácter oficial. Quedó entonces vacante el puesto de presidente de la Autoridad Portuaria, como empezaron a llamar a quienes antes era presidentes de la llamada Junta de Obras del Puerto de Santa ruz de Tenerife, cargo que desempeñaron con autoridad destacadas personalidades cuya gestión estaba relacionada con la actividad portuaria, que era una de las principales, tanto en categoría como en el movimiento económico de la isla, y hasta de la región canaria, teniendo en cuenta que el puerto santacrucero es uno de los más destacados del considerado continente africano y del hemisferio Sur.

No es lo mismo entender de plantar papas y cultivar plataneras que ostentar la dirección de uno de los más importantes puertos de todo un continente africano. Y así le fue a Rodríguez Zaragoza, con ese gigantesco y complejo "juguete" que era Autoridad Portuaria, que la gente entendida, repito, acudió a la práctica del chiste y de la chunga burlesca.

Es perfectamente explicable que la nueva terminal de contenedores del puerto, que es un trabajo difícil incluso para un experto, no despegue y que Rodríguez Zaragoza no se sienta "muy feliz" con el crecimiento del tráfico, aunque confíe en que el mercado chino permita mejorar los datos porque contratarán, probablemente, al famoso médico chino del dicho popular que todo lo arreglaba.

Y aquí termina, de momento, el resultado de un cargo de consolación tan desafortunado que lo que ha hecho es confundir.