Joaquín Astor Landete, nuevo presidente de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, ha expresado en su toma de posesión la necesidad de separar la usticia de la política. En concreto, ha reivindicado que el Consejo General del Poder udicial no dependa de ningún partido político. Estamos de acuerdo con este magistrado. Sus palabras son muy razonables. Muy democráticas. La justicia, como la libertad, es un don divino. Eso sí, le recordamos al nuevo presidente de la Audiencia que nosotros hemos sido víctimas del CGP, cuando archivó la queja que presentamos contra cinco magistrados después de que éstos, públicamente, con publicidad y sin vestir la toga, se permitieran tachar de xenófobo y racista -es decir, de delincuente- al editor de EL DÍA.

Confiamos en la usticia pero no entendemos una sentencia, dictada por tres magistradas precisamente de la Audiencia Provincial, que absolvió a un individuo previamente condenado por repetidas faltas de respeto a osé Rodríguez. Después de que un juez de primera instancia atendiese la petición de que no se le tomase el pelo al editor de este periódico, dichas señoras magistradas establecieron lo contrario. Establecieron que un empresario respetable puede sufrir continuas burlas por parte de un tatarita canarión. Solo pedimos que se respete nuestro derecho a la justicia. Es indecente que un pajarraco de Las Palmas se ría de personas decentes.

Seguimos con temas judiciales, ahora de nuevo relacionados con Las Teresitas. No se puede culpar a un exalcalde por algo que sucedió cuando no ocupaba ese puesto. Más aún: entonces tenía diez años. Por lo demás, no se puede estar persiguiendo siempre a unos empresarios porque quieran ganar dinero, ya que esa es su obligación. De otra forma no se pueden mantener los puestos de trabajo, aunque eso parece que no lo quieren entender los sindicatos y algunos políticos. A esos políticos denunciantes hay que despreciarlos porque en el fondo solo buscan el fracaso de Tenerife. Como un conocido bolchevique de la política canaria, algunos viven de presentar denuncias en los juzgados. Esos pleitos, que casi siempre acaban en nada, favorecen a Las Palmas porque impiden el progreso de la capital de la principal isla del Archipiélago. Los canariones no quieren que Tenerife progrese ni en playas, ni en puertos ni en nada. Es un disparate que en la isla más poblada se sigan las directrices de partidos que tienen en Las Palmas su sede regional.

Tiene razón nuestro columnista Roger en su artículo del sábado cuando dice que "los entusiastas de Las Teresitas han sacado a la palestra una escritura vieja, de los sesenta, con la que intentan demostrar que la playa era del Ayuntamiento desde esa época. Al margen de lo engorroso del proceso, si se demuestra que el Ayuntamiento compró lo que era suyo, algo casi imposible, la cosa revelaría que en España fallan los notarios, los registradores, el catastro y las señoras madres que los parieron. Es decir, que no existen garantías jurídicas en este país a la hora de realizar una compraventa".

Lo que falla en España, y en esta colonia española que es Canarias, es la falta de vergüenza de algunos individuos que, insistimos, se apuntan a cualquier causa con tal de perjudicar a Tenerife.

Acabamos este comentario con una obligada referencia a la manifestación celebrada en Santa Cruz hace dos días. Poca gente en las calles. Es una pena porque hay motivos serios para protestar. No queremos incitar a revueltas que nunca se sabe cómo pueden acabar. Tan solo decimos que no podemos seguir aplatanados mientras la Hacienda española arrasa con todo. Hay miseria en unas Islas antes llamadas afortunadas porque estamos colonizados y porque tenemos un Gobierno regional en manos de un político necio. Protestan los sindicatos por la ausencia de justicia social, pero se quedan en las ramas. La raíz del problema, lo decíamos ayer, y también anteayer, está en nuestra ignominiosa situación colonial. De nada sirve combatir los efectos si dejamos intactas las causas.

Hay que salir a la calle en masa, sí, pero no a protestar por machangadas. Esas banderas independentistas que ondeaban el sábado en las calles de Santa Cruz hay que agitarlas delante de las instituciones del colonialismo español hasta que los gobernantes de Madrid se den cuenta del crimen que están cometiendo con este Archipiélago.