Consideran los cronistas habituales que ha producido bastante alarma social una sentencia excesivamente clemente para los corruptos de Marbella. Según ellos, la ciudadanía anda rasgándose las vestiduras porque a Roca, cabecilla del asunto, solo le han caído 11 de los 30 años de talego que pedía el fiscal. O que Julián Muñoz, sucesor de Jesús Gil en la alcaldía marbellí -amén de hortera y folklórico consorte- se vaya de rositas con dos exiguos años de trullo. Menos que todo eso -seis meses de nada- le ha tocado al estrambótico Rafael Gómez, más conocido como Sandokán. Y así hasta completar una amplia lista de "gente guapa".

Se repite hasta el aburrimiento que los blandos no son los jueces sino las leyes que aplican. A estas alturas de la película, sin embargo, uno empieza a dudar de la mayor, porque con esas mismas leyes en la mano el ministerio público -acabo de recordarlo- pidió tres décadas para un señor que al final se ha quedado con apenas algo más de una. Si a esto añadimos que una madre de familia estuvo a punto de ir a la cárcel -la indultaron in extremis- por estafar 200 euros con una tarjeta de crédito que no era suya, no para darse un lujo sino para alimentar a sus hijos, podemos hacernos una idea bastante nítida de lo justa que suele ser la Justicia.

¿Alarma social? Ninguna. La gente está ya tan aclimatada al latrocinio que, a lo sumo, se encoge de hombros. Llegados a este punto suele escribirse que esto solo ocurre en España. Nada más lejos de la realidad. Ningún alto cargo de Wall Street o de cualquier banco norteamericano ha sido condenado por la quiebra de Lehman Brothers, cuyo hundimiento, hace ahora cinco años, inició una crisis financiera que sigue afectando a medio planeta. Pero no solo los gringos han sido intocables. En Islandia han condenado a unos cuantos banqueros, pero no precisamente a cadena perpetua. En Alemania y los Países Bajos también se ha sentenciado aisladamente a directivos bancarios, pero la sangre no ha llegado -ni llegará- al río. Tampoco ningún alto directivo de la banca británica está en el hotel las rejas por este asunto, pese a que el Gobierno de ese país tuvo que rescatar a entidades como el Royal Bank of Scotland o el Lloyds al módico precio de 78.500 millones de euros pagados por los contribuyentes. Al menos en el Reino Unido el Parlamento ha pedido que se investiguen estos casos. En España, ni eso. Aquí los principales partidos -entiéndase PP y PSOE- han evitado cualquier indagación. Al final, lo dicho respecto a que se pueden robar millones pero no calderilla vale a escala universal.

Marbella queda un poco lejos. Sin necesidad de viajar tanto tenemos un caso igual de grotesco en Las Teresitas. ulebrón tan gracioso y esperpéntico como la auto exculpación -no tiene ni puta idea, dice- del exalcalde Zerolo: oiga, que yo en 1967 tenía diez años. Yo no fui culpable porque no podía serlo. Olvida el hoy senador de que la presunta irregularidad no se produjo en 1967 sino en 2001, cuando él, además de mayor de edad, era primer edil en el onsistorio capitalino. Y en el fondo, ¿qué más da?

rpeyt@yahoo.es