Mi pariente Jacobo González Velázquez acaba de poner en funcionamiento, después de una tonelada de años inservible, la matraca de la catedral de Las Palmas. Mi pariente, nacido en Garachico y radicado en Santa Brígida (Gran Canaria), es un manitas de aúpa. Lo mismo le arregla a usted un carruaje de caballos que una cámara fotográfica o el carburador de un Mercedes. Y todo con la misma facilidad con que ha conseguido que funcione la matraca de Las Palmas, que ha resultado ser la mayor de Canarias. Así, por lo menos, se afirma en las noticias.

Unas noticias que han dado la vuelta a España en periódicos, radios y televisiones. Yo guardo como recuerdo de la cosa, un ejemplar del diario madrileño ABC correspondiente al día 16 de septiembre. En el periódico se ve a mi pariente hablando de la matraca ante un grupo de fieles, en una gran foto a todo color. Y yo me he alegrado mucho. Aunque no se diga que Jacobo es de Garachico.

Lo que ocurre es que las personas que rodeaban al bueno de Jacobo parecen ignorar -¡pobrecillos!- la segunda acepción que el DRAE ofrece de la palabra matraca. Convendría que la leyeran. A la espera quedo.

Confieso humildemente que "Las obras completas de don Federico García Lorca" no las he leído en su totalidad. Pero conozco muchos poemas y varias obras de teatro salidas de su mente. Gracias a tales lecturas he podido enterarme de que el gran vate dedicó su "Baladilla de los tres ríos" a mi paisano garachiquense don Salvador Quintero, amigo personal suyo. No solo amigo, sino compadre, porque don Federico fue padrino de bautismo del hijo mayor de don Salvador; un Salvador licenciado en Historia y profesor de varios institutos peninsulares, además de dar clases en algunos colegios tinerfeños, como tal vez recordarán ustedes.

Pero no son estos los motivos que me han traído a escribir el presente trabajo. Ocurre, simplemente, que a lo largo de mi vida he leído varios nombres de posibles asesinos de Lorca. También he leído varios nombres del lugar donde lo asesinaron. Y muchos más nombres de dónde pueden estar enterrados sus restos.Y ahora, mientras leía en un número de la gran revista XL Semanal una entrevista a la actriz Terele Pávez, la actriz se quejaba de esta manera: "Lo más terrible que me ha ocurrido en la vida es que me dijeran que mi padre mató a Lorca". El padre de Terele, que es también el de Enma Penella y Elisa Montés, se llamaba Ramón Ruiz Alonso. Imagino que la "exactísima e imparcialísima memoria histórica" desenredará esta madeja. Porque si Terele afirma que no fue su padre el asesino, habrá que seguir leyendo nombres y más nombres de personas implicadas en el crimen. ¿Y por qué no le hacemos el encargo a Iam Gibson? Él, siempre tan imparcial, podría resolver el enigma.

Si los catalanes lograran separarse de España, como es su empeño, lo primero que conseguirían -y no es poco- es curarse de su terrible, tremenda, espantosa enfermedad llamada "madriditis". Se curarían ipso facto. Siempre será mejor enfrentarse al Reus, Sabadell, Tarragona, Girona, Olot, Manresa, Ilerdense... que hacerlo frente a los sucesores de Di Stéfano, Puskas, Gento y Amancio. No cito a Molowny porque fue rescatado a tiempo por los independentistas canarios, que no son muchos pero se hacen notar. Los catalanes afirman que, aunque solo sea por esto, vale la pena independizarse. ¡Si ellos lo dicen, no seré yo quien les lleve la contraria! Curarse de una enfermedad es siempre importante. La salud es la salud.