Difícil profesión. Mucho más sencillo es opinar aunque no sea gratis. "No hay opiniones sino opinantes" escribió Unamuno y puede que tuviera razón porque no pesan igual las personas que las ideas: a menor relevancia más contundentes deben ser los argumentos. Una sociedad democrática que avanza necesita la implicación de los medios para mantener el equilibro entre los ciudadanos, el poder político y el poder económico. Bravo cuando en este periódico se habla claro en cumplimiento de su obligación y en uso de la libertad de expresión. Callar, faltar a la verdad o escribir al dictado son atributos de la misma traición. Cuando la prensa calla peca de omisión o cuando no ejercita la curiosidad hasta el fondo del asunto o cuando se conforma con transcribir un comunicado oficial. Y no es mala estrategia comercial porque la audiencia siempre es proporcional a la verdad, la profundidad y la independencia.

Subvencionar. Cuatro duros que vienen de Europa que ya pagamos con intereses; "el vicio tiene su propio castigo", que dice Farray. Porque el problema de la agricultura en Canarias no reside en la ficha financiera sino en la falta de profesionalidad en la producción y en la comercialización. Muchos años de apostar por el mago -con todos mis respetos, que la tradición está muy bien y obligado preservar el acervo-, pero la agronomía es, o debe ser, una importante actividad económica. A día de hoy no se encuentran operarios especializados para trabajar en explotaciones modernas ni los técnicos se han incorporado al sector ni surgen verdaderos empresarios agrarios. Nijota y Los Sabandeños estigmatizaron para siempre a los intermediarios, un eslabón clave en el canal que lleva los productos frescos del campo a la mesa. Y la administración pública que interviene sin plan, con tantas interferencias que impiden el beneficioso equilibrio entre la oferta y la demanda.

Enfocar. Sin miedo a las presiones de quienes queden fuera de plano. Para propiciar un cambio, el que sea, no solo debe quedar claro cómo queremos que mejoren las cosas sino también programar la transición, tan larga como sea necesaria. En la agricultura, por ejemplo, la exigencia de retener a cuenta del IRPF en las compras, mantiene en la economía sumergida a un elevado porcentaje de transacciones comerciales; mientras los agricultores sean los que son, un requisito difícil de aplicar por desconocimiento o mera incapacidad de gestión. Y sin factura formal no hay justificación de los costes y sin ella no hay manera de llevar un negocio ni de levantar un sector. Quizás desde lo público lo sepan y miren para otro lado; a ver si el nuevo presidente del Cabildo se da una vuelta por el Merca.

Asesorar. Tantos cómplices necesarios y señalamos a los políticos. Vamos de culo en un país en el que muchos asesores fiscales -o quienes se hacen pasar por ellos- aconsejan a sus clientes (pequeños empresarios) no consignar todas sus ventas ni pedir las facturas de gasto. Sería suficiente intentar que cada cual pague lo justo y no más. No entiendo tal exigencia autoimpuesta de incitar al fraude. Después falla la solvencia y no hay crédito... lógico: los papeles no reflejan lo que vale la empresa y el banco no se fía.

Rectificar. Fernando Fernández, que se confiesa impulsor del calificativo ultraperiférico para las regiones no continentales de la Unión. Vaya error dar lástima, condenados a pobrecitos nosotros y "en dificultades permanentes", con tan efímero éxito político y presupuestario, incapaz de sacarnos a flote ni a Canarias ni a las otras de ultramar que están aun peor. Había (hay) otro camino, porque la lejanía de la metrópoli significa también cercanía a otros territorios con los que podemos ser frontera, como ahora, o servir de enlace. Pues eso, otro enfoque para el nuevo REF.

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